viernes, 10 de julio de 2015

SINFONÍA DE SEPTIEMBRE


Sé bienvenida, tú que vienes a mi encuentro
En el eco de mis propios pasos,
desde el fondo del corredor obscuro y frío del tiempo.
Sé bienvenida, soledad, madre mía.
Cuando la alegría caminaba en mi sombra,
cuando los pájaros
De la risa chocaban contra los espejos de la noche,
cuando las flores.
Cuando las terribles flores de la joven piedad apagaban mi
amor
Y cuando la envidia bajaba, la cabeza y se miraba en el vino,
Pensaba en ti, soledad, pensaba en ti, abandonada.
Me nutriste de humilde pan negro
y de leche y de miel campestre;
Era dulce comer en tu mano, como el gorrión,
Pues nunca tuve, oh Nodriza, ni padre ni madre
Y la locura y la frialdad erraban sin rumbo en la casa. »
Algunas veces te me aparecías bajo los rasgos de una mujer
En la bella claridad mentirosa del sueño.
Tu vestido tenía el color de la siembra
y en mi corazón perdido,
Mudo, hostil y frío como el guijarro del camino,
Una bella ternura se despierta hoy todavía
A la vista de una mujer vestida de ese pobre hábito pardo.
Triste y que perdona: la primera golondrina
Vuela, vuela sobre los sembrados,
en el sol claro de la infancia
Sabía que no amabas el lugar donde estabas
Y que, tan lejos de mí, ya no eras mi bella soledad.
La roca vestida de tiempo, la isla loca en medio del mar
Son tiernas moradas, y sé de muchas tumbas
cuya puerta es de herrumbre y de flores.
Pero tu casa no puede estar allá donde el cielo y elrnar
Duermen sobre las violetas de la lejanía, como los amantes.
No, tu verdadera casa no está detrás de las colinas.
Así has pensado en mi corazón,
porque fué en él donde naciste.
Fué en él donde escribiste tu nombre de niña sobre los muros.
Y, como una mujer que vio morir al esposo terrestre.
Vuelves con un gusto de sal y de viento en tus mejillas blancas
Y ese viejo, viejo olor de escarcha de Navidad en tus cabellos.
Como desde un carbón balanceado alrededor de un féretro,
sí de mi corazón, donde crepita ese ritmo misterioso,
Siento subir el olor de los mediodías de la infancia.
No he olvidado
El hermoso jardín cómplice donde me llamaba Eco, tu
segundo hijo, soledad.
Y reconocería el lugar donde yo dormía en otro tiempo, a tus pies.
¿No es verdad que la seda irisada del viento corre allí todavía
Sobre la hierba triste y bella de las ruinas y que del
moscardón aterciopelado
El sonido de miel ya no se prolongaría en los hermosos calores?
Y si del sauce trémulo y orgulloso separases
La cabellera de huérfano, ¡el rostro del agua Se me
aparecería tan claro, tan puro!
¡Tan puro, tan claro Como la Lejanía vuelta a veren el hermoso sueño de la. mañana!
Y el invernadero, incrustado del arco iris del viejo tiempo.
Aún abriga, sin duda, al cactus enano
y la débil higuera Venidos antaño,
¿de qué país de felicidad?
¡Y del heliotropo moribundo
El olor delira todavía en las fiebres de la tarde!
¡Oh país de la infancia! ¡Oh señorío umbroso de los antepasados!
Hermoso tilo soñoliento, amado de las graves abejas,
¿Eres dichoso como entonces?
Y tú, carillón de las flores de oro,
¿Encantas la sombra de las colinas para los esponsales
De la Blanca Durmiente en el libro enmohecido,
Tan dulce de hojear cuando el rayo de luz del ocaso
Desciende sobre el polvo del granero
y alrededor de nosotros el silencio
De los parados tornos de la araña hiladora?
¡Corazón! ¡Triste corazón!, el pastor vestido de buriel
Sopla en el largo cuerno de corteza.
En el vergel El dulce picoverde clava el féretro de su amor
Y la rana reza en los cañaverales mudos.
¡Oh triste corazón!
Tierno escaramujo enfermo al pie de la colina,
¿te volveré a ver Algún día? ¿y sabes que la flor donde reía el
rocío Era el corazón tan cargado de lágrimas de mi infancia?
¡Oh amigo. Otras espinas que la tuyas me hirieron!
¡Y tú, tranquila fuente de mirada tan serena y tan hermosa
Donde se refugiaba, durante los grandes calores,
Todo lo que quedaba de sombra y de silencio en la tierra!
Un agua menos pura corre hoy por mi rostro.
Pero al anochecer,
desde mi cama de niño que huele las flores,
La luna locamente adornada de fines de estío.
Ella mira a través de la viña amarga,
y en la perfumada noche
La jauría de la Melancolía ladra en sueños!
Después el otoño venía con sus ruidos de ejes de ruedas, de
hachas y de pozos.
Como la huida de la liebre de vientre blanco sobre la primera nieve,
el día rápido, mudo de asombro,
golpeaba nuestros tristes corazones.
Todo eso, todo eso
Cuando el amor que ya no existe no había aún nacido.

2 comentarios:

  1. Falta una buena parte del poema. Podrìan decirme donde lo encuentro todo traducido por favor?

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  2. La segunda parte por favoooor. Soledad, madre mìa, vuelve a decir mi vida...

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