sábado, 11 de julio de 2015

PLEGARIA DEL AUTOR


“La Nada, único continente inteligible de un universo libre
y puro como el pensamiento de Dios,
superior a toda noción de finito e infinito, la
Nada ha sido repudiada por el hombre. El sol de
la memoria de los orígenes se apaga con el astro
físico aterrado ante el espectáculo de la crucifixión.
La conciencia adánica de la relación
i primordial se oscurece. El espíritu humano es
expulsado de la luz paradisíaca cuya trasmutaci6n
efectúase en la santa, santa idea de un exterior,
l región lúcida de la exaltación, del sacrificio, de
la caridad, de la libertad: de la libertad, ¡bendita
sea! El Rey murmura: “¿Dónde está el espacio,
y su ceguera le responde: “El espacio está en mí,
en mis tinieblas sin principio ni fin.” Entonces los
números del conocimiento, de la belleza y' de la
paz, el Uno celeste, maravilloso, maravilloso,
hosanna in excelsis;
el Dos espiritual que se ‘trueca
en luz y sangre, in unitate Spíritus Sancti; el Tres,
Maestro del gran ritual de reciprocidad, per omnia
secula seculorum; todos los grandes y
 misericordiosos Números, hasta el Diez del regreso del hijo
pródigo a la Casa del Padre, Amén; los Números
de la cordura del Amor, uno a uno empuñan la
espada de la Ley y penetran en el sol de los soles,
donde los aguardan los indestructibles Tronos. El
piadoso Rey del Mundo posa su diestra sobre la
cabeza de su esposa, en señal de dura dominación
sobre la naturaleza corporal. Con la siniestra
levanta la Manzana universal, fruto del árbol del
conocimiento del bien y del mal, emblema de la
miserable realeza que se nutre de tierra y olvida
que el tiempo hace de ella su alimento. En ese
globo imperial vendrá un día el Señor a plantar
la Cruz. En el lugar de los Números sagrados
surgen en el pensamiento de Adán los signos infernales
y corporales de la División y de la Multiplicación sin fin. Es en el Señor, es en su paz,
que yo quiero dormir y descansar.

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