sábado, 11 de julio de 2015

NIHUMIN


Cuarenta años.
Conozco poco mi vida. Nunca la he visto
iluminarse en los ojos de una criatura engendrada por mí.
He penetrado sin embargo en el secreto de mi
cuerpo, ¡Oh, mi cuerpo!
Todo el alborozo, toda la angustia de las bestias de la soledad
están en ti, espíritu de la tierra, ¡Olí hermano de
la roca y de la ortiga!
Como las mieses y las nubes en el viento,
como la lluvia y las abejas en Ja luz,
durante cuarenta años (¡cuarenta años!) cuerpo
mío, has nutrido
con tu secreto ser el fuego del Movimiento:
y no sobrepujarás jamás el movimiento del universo.
Aunque el sonido de tu nombre, inútil y oscuro.
se pierda con el grito del durmiente en la noche
nada podría separarte de su madre la tierra,
de tu amigo el viento, de tu esposa la luz.
¡Cuerpo mío! Mientras dos corazones separados, extraviados,
Se  busquen en el vaho de las cascadas del alba;
mientras un duodécimo llamado de mediodía
vibre para regocijar
a la bestia sedienta v al hombre hambriento;
mientras la oropéndola
huésped del hontanar recóndito, trastorne su pobre cabeza
para cantar las loas del Padre de las selvas;
mientras una mata
de arándano negro levante sus bayas para hacerles respirar
el aire de este mundo, cuando el agua del sol ya ha caído,
¡oh polvo errante, cuerpo mío, vivirás paraamar y sufrir!
Cuarenta años.
Para aprender a amar la nobleza de la Acción.
iOh Acción!
Cuarenta años, cuarenta años la vanidad de los solitarios
me ha atormentado. Yo pedía sn muerte en mis plegarias.
Ella ha huido de mi corazón, ¡Oh triunfo! —;Oh tristeza. . .
llevándose mi juventud,
mi cruel juventud, la única mujer amada.
¡Pero qué importa si ya, manos mías, la piedra os atrae!
Si el afán de construir, ¡oh manos de venas henchidas,
ya os cautiva, ya os posee!
Cuando el mediodía de los fuertes suene sobre el mar
iremos a saludar a los constructores de muelles.
De pie, al sol y frente al mar,
lentamente mastican su pobre y noble pan,
Sus sagaces miradas van más lejos que las mías.
¡Honor a ti, honor a ti que has nacido en el llanto
como el Amén y que sucumbirás en el
abandono, al pie del templo del amor,
del palacio del orgullo, obra de tus manos!
Muy pronto, quizá mañana mismo, hermano mío,
podré hablarte
cara a cara, sin rubor, como hablan los hombres,
porque yo también construiré la casa
amplia, vigorosa y tranquila como una mujer sentada
en un corro de niños bajo el manzano en flor.
De par en par abriré las ventanas de la gozosa iglesia
a los ángeles del sol y del viento.
Bendeciré allí el pan de la Afirmación
con ese Sí eterno que tiene un sabor
de fuego, de trigo y de agua en la boca de los puros
y cuando la fealdad diga; ¡No!,
y cuando la mujer y la muerte griten; ¡No!,
saludaremos, hermano mío, el espacio ebrio de vida
y el vocablo aprendido de los Héroes,
el Sí universal, ascenderá a nuestros labios.
Cuarenta años
para aprender a hablar sin desprecio de la mujer.
¡Oh Amor!
Cuarenta años os he buscado entre las mujeres,
mas no es entre ellas que os he encontrado.
¡Oh Mujer! jLa piedad de las piedras me sobrecoge!
¡Madre! ¡Madre! Tú has olvidado ya, e ignoras
todavía quién eres.
Tú, ¡blanca yacente entre las flores!, tanto tiempo
has dormido en lo más oscuro, en lo más callado
del bello jardín abandonado.
y hete ahí de pie en este tiempo de fealdad, sonriente,
en medio de esos lujos que han perdido a su dios
y no han hallado a Ja naturaleza,
¡Oh Madre! ¡Madre! Y esa bella espalda inclinada
de portadora de agua fresca,
y ese aire retraído de sirvienta despertada antes de la hora.
;Qué cordura y qué conocimiento, ¡oh mujer!,
en la palma de ms manos!
¡Que no pueda yo contemplarlas sin que se
escape de ollas una paloma!
¡Y sin que tu  santa blancura cautive al cisne!
Cuando el esposo muera, tú lo seguirás, morirás:
no de la tristeza de la carne, sino del júbilo
profundo del espíritu.
Para hablarte y ser comprendido, ¡oh Madre!, es
preciso volverse niño.
Porque, ¿qué puedes tú comprender de este
mundo del Movimiento?,
;oh bella, grave y pura columna del hogar!'
¡Madre! Las fuentes veladas dci Movimiento
están en un sitio oscuro y vedado
cuyo nombre es Valle de la Separación.
Allí los mundos y los corazones suspiran en vano
los unos hacia los otros.
Y todo cuanto alcanzamos es la distancia y la duración
de la Separación.
Quien busca mal nada encuentra en parte alguna.
Quien busca bien no encuentra nada aquí.
Quien halla aquí tropieza en otras partes con las
puertas cerradas.
Porque hay un país donde el ser único está solo
frente a sí mismo.
Allí él se ama,
y se desposa,
V se crea.
Allí se glorifica.
Y el sitio es denominado por tus semejantes;
Lugar de la Conjunción,
de la Femineidad Eterna Y de la
Vida.
Cuarenta años.
Para aprender a buscar la Ciudad. ¡Oh Jerusalén
Tú no eres un desierto de piedras ligadas con cal,
arena y agua,
como las ciudades de los hombres,
sino, en el seno de lo Rea), en el silencio de Ja cabeza,
el mudo planeo del oro interior.
¡Vida mía, mi vida!, yo se que ios seis días del mundo
están aquí para revelarnos lo que se debe conocer
del séptimo, enemigo de todo asombro.
Porque en el desgarramiento de la nube guardiana
suspendida sobre Patmos (el sitio universal
contemplado por los ojos turbados del Amor)
yo  he visto, en un gran viento de influjo, la
elipse del Sabat
incendiarse y dorar mi nacimiento sin grito.
;0h hermano mío!, ¡oh mi cuerpo!, no temas. Yo
conozco la senda,
Penetremos en los profundos vapores do la
iMontaña que alza vuelo v se eleva
con el confiado que la repecha,
hasta la nube larga» hasta el color madre,
el blancor azulado, la anunciación de! oro.
¡El alba apunta tras de nosotros!
Sobre mi frente se levanta
y huye hacia las comarcas que están detrás de
nosotros
el Sol.
Lejos, ante nosotros, está el poniente.
Es ahora cuando el profundo, terrible y bello murmullo
de las laboriosas abejas del país
te enseña la lengua olvidada (de grávidas y
vacilantes sílabas de miel sombría)
de los ahogados libros de Yaser

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