viernes, 10 de julio de 2015

LA BERLINA DETENIDA EN LA NOCHE


En espera de las llaves
-El las busca, sin duda
Entre los vestidos
de tecla muerta hace treinta añosEscuchad, Señora, escuchad el viejo, el sordo murmurio
Nocturno de la alameda…
Tan pequeña y tan débil, dos veces envuelta en mi capa
Yo te llevaré a través de las zarzas y la ortiga de ruinas
hasta la más alta y negra puerta del castillo
Así el abuelo, antaño volvió
De Vercelli con la muerta
¡Qué casa tan muda y desconfiada y negra para mi niña!
Vos lo sabéis ya, Señora, es una triste historia
Ellos duermen dispersos en loa países lejanos
Hace cien años
Su lugar los espera
En el corazón de la colina
Conmigo su raza se extingue
¡Oh, Dama de estas ruinas!
Vamos a ver a la bella pieza de la infancia: allí,
La profundidad de lo sobrenatural del silencio
Es la voz de los retratos oscura,
Encogido en mi cama, la noche
Yo oía como desde el hueco de una armadura
En el ruido del deshielo detrás del muro
Latir su corazón
¡Para mi niña miedosa, qué patria tan salvaje!
La linterna se apaga, la luna se ha velado
El susto llama a sus hijas en el bosque
En espera de las llaves
Dormid un poco, Señora
Duerme, mi pobre niña, duerme.
Tan pálida, la cabeza sobre mi hombro
Tu verás como la ansiosa selva
Embellece en sus insomnios de junio, ataviada
De flores, oh, niña mía, como la hija preferid
De la reina loca
Envolvéos en mi capa de viaje;
La espesa nieve de otoño funde sobre vuestro rostro
Y tenéis sueño
(En el rayo de la linterna, ella gira, gira con el viento
Como en mis sueños de niño
¡La vieja –sabéis quién digo-, la vieja!)
No, Señora, no oigo más
Es archi-viejo,
Su cabeza está trastornada,
Apostaría que se ha ido a beber.
¡Para mi niña temerosa una casa tan negra!
Perdida en el fondo insondable del país lituano
No, Señora, no oigo nada.
Casa negra, negra,
Cerraduras enmohecidas,
Sarmiento muerto,
Puertas aherrojadas,
Persianas entornadas,
Hojas sobre hojas hace cien años en las alamedas
Todos los servidores han muerto
Yo, yo he perdido la memoria
¡Para una confiada la casa tan negra!
Yo no me recuerdo sino del naranja
Del tatarabuelo y del teatro
Los pollitos del mochuelo comían allí en mi mano,
La luna miraba a través del jazmín.
Era antaño.
Oigo un paso al fondo de la alameda.
Sombra. He aquí Witoldo con las llaves.

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