domingo, 22 de noviembre de 2015

ARS MAGNA - LUMEN

1. ¿Cómo, hijo mío dichoso, has amado loca y

compasivamente a una mujer nacida como tú del

barro ansioso y me dices ahora que no entiendes,

en absoluto, mi lenguaje?


2. Ven, el sacrificio de la noche se enciende por

sobre nuestras cabezas. De mí a ti el antiguo su¬

frimiento se hará comprender por el antiguo sufrimiento.


3. Por detrás de la Nada, objeto del supremo

deseo, este que es menos que nada, siendo a la vez

anterior a la anterioridad del Movimiento; este

que es el más extraño, el más desconocido entre

los objetos exteriores, pero que es también

terriblemente interior;


4. Este golpea la piedra espacio-tiempo caída del

Lugar y arranca de ella grandes llamaradas a fin

de iluminar el rostro de virgen v de madre de su amor,


5. Uno de esos hachones, inflamado por el incendio

del universo, el sol juguete de nuestros días,

acaba de alzar vuelo tan lejos en la nada del cielo

que tú ya no lo adviertes. Él bosque y sus pájaros

constituyen una misma nube de sueño.

6. ¿Que sabemos acaso de aquel que es menos

que la Nada de tu más alto deseo? Esto, hijo mío;

que ha soplado también en el origen de las cosas

—entiende por él tu verdadero nacimiento—,


7. Una luminaria amante de tu pensamiento, que

es Sangre, ardiente maridaje del fuego y del

agua V sus fluencias, y, por Jo tanto, espacio y duración.


8. Y una afirmación, que es el fondo de tu vértigo,

clama en ti, desde la eternidad de tu Memoria,

que el sol diurno, (que es no obstante tu pan,

no constituye sino una precaria alegoría.


9. Y que la última verdad solar está en nosotros,

cargada, como Rafael, de luz inmóvil, esto es,

solamente situada.


10. Cuando desde la planta de los pies hasta la

ondulación de! bozo tu ser entero se estremece

por el sonido: Sí, entonces el lugar fijo del cosmos

emerge de las aguas corrientes del pensamiento»


11. ¡Qué lugar de magnificencia es éste, hijo


mío! El fuego y el agua se ayuntan allí y se


funden en una áurea inmovilidad: entonces todo

se vuelve instantaneidad, total ¡Memoria de los grandes


12. Y alguien grita en nosotros —pero como para

desgarrar el espacio—: ¡Yo! Y ese Yo no es ya

nuestro andrajoso orgullo, sino el Ser primero y

uno, corazón inmóvil de Lumen. Y ese Yo no

sabemos ya si se sumerge en nosotros o si nos aspira.


13. Entonces las negras glándulas venenosas de

la vida yacíanse en nuestras manos y el bostezo

de la tumba concluye en hilaridad.


14. Echa una ojeada a tu alrededor» hijo mío.

Verás cómo todo es bueno y simple. Pero todo

esto, toda esta materia, no es sino tu propia sangre,

y esa sangre es movimiento; luego, es tiempo y espacio.


15. Tu corazón es un sol anatómico propulsor

de tu microcosmos sanguíneo, así como los gran¬

Soles son los padres y pastores de los sistemas!


16. Esta es !a razón por la cual mis amados

maestros han desposado el fuego con el agua en

el calor orgánico, ligándolos con el dulce anillo

centrado del oro.


17. Y si el cerebro en su tierna charladuría se

ha vuelto Luna hermética, no es solamente por

analogía de color.


18. El pensamiento no es sino la hoja desprendida

del árbol de la sensitividad; el cerebro no es

lino el satélite del corazón. No hace sino recibir,

filtrar y restituir la luz afirmativa que le envía

de corazón en su espiritual radiación.


19. Luna y cerebro son receptores y ordenado¬

res de luz. Humanizan lo sobrehumano, volviendo

al dios cegador accesible a nuestros frágiles


20. Los silencios de los antiguos Maestros 

se hacen palabra en mi boca. Porque ha sonado la

hora de la Relatividad. Y los instrumentos hurgadores

están en nuestras manos. El día de los

símbolos ya no existe. Todo está cumplido.


21. Las venas de la crucifixión están exhaustas,

la gran obra de expiación está cumplida. En¬

tramos en la segunda inocencia, en el gozo me¬

recido, reconquistado, consciente. La Matemática

es santificada.


22. A la trinidad Materia-Espacio-Tiempo, matriz

de la multiplicidad no situada, la hemos atrapado

por la garganta en la unidad viva del Movimiento.


23. Todo esto, aun lo que escribe en este instante

mi alocada pluma, es todavía reflejo, cerebro, 

luna. Pero el momento eterno del Sol de la

Memoria lavado en el Jordán de humildad nos

va a asir, y esa instantaneidad divina nos conducirá

a la celeste Canaán, la única tierra situada*



24. El inmóvil Empíreo de mi padre Dante, la

esfera pura caída otra vez en la unidad original

por la consagración del número Diez.


25. jOh, mi esposa, Renacimiento del gran rostro

de Francia y de Egipto!, toda esta ciencia me

viene de ti, por cuanto me has ejercitado en la

caridad enseñándome la confianza.


26. Imponiéndome la confianza, a mí, despreciador

en un mundo amargo, Oh, amargoí Amargo

a tal extremo que la única ofrenda de dinero

de macho a hembra y de hembra a macho atesta

allí la sinceridad del medio amor y sella con

voluptuosidad y rencor el acto de la terrestre

unión.


27. Liber Paramirum {que tú me has hecho conocer

oh Compañera), Liber Paramirum nos

quema el corazón hablando de la muerte. Cómo

se me aparece pura y clemente esta pausa del cerebro

y del corazón a los ojos de la Turba Magna

nuestra vida, silbido de la hoz contra el sílex.


28. "¡Horrible, atroz vida! Sexo abierto al primer

llegado, como escudilla de pordiosero, y corazón

razón cerrado al pobre, como Realeza en todos

los tiempos. Miel negra de la traición coagulada

en cera espesa sobre un puñado de dardos arrancados


39. "Rostros huyentes, vistos como en un aleteo

inmenso y breve de pabilos de fin de orgía, to¬

talmente desencajados por la ansiedad —tensa a

punto de romperse— de la lujuria adúltera. ¡Oh

casa, no de amor, sino de tránsito!


30. "¡Oh, mi arrogante pasión tanto tiempo aco¬

sada, y traspasada, y desgarrada! ¡Que la unidad

divina, como una cuerda de tortura, ligue final¬

mente estos miembros y órganos extraños que yo soy!


31. "Príncipe de la Paz! afirmador bañado de

sudor bajo los olivos, yo he buscado, yo he esperado

yo he renunciado. La más pura, !a más

fiel al sonido del oro tiembla como la víbora.


32, "jOh, mar de sierra y desencadenada! Los

toneles en la cala están agostados, mi vida ha

quedado sola y sin agua dulce; he desplegado mi

espíritu como una vela de náufrago, pero la nube

pasa y no recibo el bautismo de la naturaleza.

Y he ahí que una noche de cosmos alterados se

inflama en la hueca desesperanza.


33, "Por lo alto, por lo bajo, por todas partes

hay agitación. El furor del Movimiento nos posee

un reino de la velocidad y de la trepidación

sobre la tierra, y sobre el agua, y por los aires, y

esta cosa que denominan feminismo agitación

dolorosa y estéril de grandes nenúfares amarillos

blancos, rebeldía contra el esposo, amo de una

ciencia hueca de oración y polígamo por

debilidad nerviosa.


34. "Pulular de las nacionalidades huracán de

guerras conscientes, poesía y arte ritmados por

los motores, estenografía mental. He ahí dónde

me has arrojado, Dios celoso, en un vómito de

furioso mercurio."


35. Tal era, ayer todavía, mí plegaria matutina»

la del mediodía y la de ia noche. Pero hoy una

compañera de servicio camina en mi sombraj para

mí, hijo del Cosmopolita errante. Y sé que su¬

perabundancia de movimiento es putrefacción de

donde se levanta un nuevo trigal reanimado.


36. Y escucha todavía esta enseñanza de caridad

que he recibido de mi Compañera Renacimiento:

que la Esposa, Madre virginal de la vida, la eleve

hasta sus rodillas sangrantes del Calvario.


37. Mis hermanos de este tiempo, estos Caínes

que mi Maestro me ordena amar, jamás se han

elevado todavía por encima de nuestra delgada

atmósfera.


38. Cuanto más, afirman con soberbia que, para

quien intentara traspasarla, el sol se le aparecería

no amarillento o rojo, sino azul, eléctricamente y

glacialmente azul, en un espacio fúnebre tacho¬

nado de universos descoloridos.


39. Si así fuera verdaderamente, qué enseñanza

de caridad nos daría este científico sol que, atravesando

nuestra atmósfera humanizada por nuestra

respiración amante y ansiosa, truécase en dulce

Suelo de los piadosos laboratorios de antaño.


40. Pues se reviste de calor dorado y cantante,

y, no contento con nutrirnos con pan y con vino,

penetra con rayos perforadores v secretos hasta

el gran corazón de niño de la tierra.


41. Y madura el Oro incorruptible y curativo

de la divina Caridad, el meloso metal, secreción

de las abejas arcangélicas, el oro que jamás logrará

captar, sin la ayuda del Ave y del Pater,

ninguna empresa sintética.

CUANDO ELLA LLEGUE...

Cuando ella llegue, habrá gris o verde en sus ojos,
verde o gris en el río?
La hora será nueva en este porvenir tan viejo,
nueva pero tan poco novedosa...
¡Antiguas horas en las que se ha dicho todo, visto
todo, soñado todo:
no os imagináis como os compadezco...!
Habrá entonces otro hoy y ruidos de ciudad
tal como los de hoy y siempre - ¡duras experiencias! -,
y olores - según la estación - de septiembre o de abril.
Y un falso cielo, y nubes sobre el río.
Y palabras - según la ocasión- alegres o sollozantes
bajo cielos que se regocijan o que llueven,
porque nosotros habremos vivido y simulado
- ¡ay! - ¡tanto y tanto
cuando ella llegue con sus ojos de lluvia sobre el río!
Y habrá también (voz del hastío, risa de la impotencia)
el viejo, el estéril, el seco momento presente,
pulsación de una eternidad hermana del silencio;
el momento presente, tal como este momento.
Ayer, hace diez años, hoy, dentro de un mes,
horribles expresiones, pensamientos muertos, pero,
¡que importa!
Bebe, duerme, muere, es preciso librarse de sí mismo
de una u otra manera ...


LOFOTEN

Los muertos están ebrios de lluvia antigua y sucia
allá en el cementerio extraño de Lofoten.
El reloj del deshielo tabletea lejano
entre los ataúdes sórdidos de Lofoten.
Y gracias a las fosas que el entretiempo ahueca,
con fría carne humana los cuervos se han cebado,
y gracias al delgado viento con voz de niño,
dulce para los muertos es el sueño de Lofoten.
Ya no veré jamás, jamás sin duda,
ni la mar ni las tumbas de Lofoten,
y sin embargo hay algo en mí que me hace amar
ese rincón extremo y toda su congoja.
Suicidas, alejados y desaparecidos
del cementerio extraño de Lofoten
-¡qué raro y dulce suena su nombre en mi oído!-decidme si es
verdad que allí, que allí dormís.
Bien podrías contarme cosas más ocurrentes,
clarete que rebasas en mi copa de plata;
historias más amables o menos alocadas
y dejarme tranquilo con tu eterno Lofoten.
Que está haciendo buen tiempo y suave se desliza
en el hogar la voz del mes más melancólico.
¡Ah, los muertos, los muertos, aun los de Lofoten,
los muertos, en el fondo, lo están menos que yo!