domingo, 22 de noviembre de 2015

ARS MAGNA - LUMEN

1. ¿Cómo, hijo mío dichoso, has amado loca y

compasivamente a una mujer nacida como tú del

barro ansioso y me dices ahora que no entiendes,

en absoluto, mi lenguaje?


2. Ven, el sacrificio de la noche se enciende por

sobre nuestras cabezas. De mí a ti el antiguo su¬

frimiento se hará comprender por el antiguo sufrimiento.


3. Por detrás de la Nada, objeto del supremo

deseo, este que es menos que nada, siendo a la vez

anterior a la anterioridad del Movimiento; este

que es el más extraño, el más desconocido entre

los objetos exteriores, pero que es también

terriblemente interior;


4. Este golpea la piedra espacio-tiempo caída del

Lugar y arranca de ella grandes llamaradas a fin

de iluminar el rostro de virgen v de madre de su amor,


5. Uno de esos hachones, inflamado por el incendio

del universo, el sol juguete de nuestros días,

acaba de alzar vuelo tan lejos en la nada del cielo

que tú ya no lo adviertes. Él bosque y sus pájaros

constituyen una misma nube de sueño.

6. ¿Que sabemos acaso de aquel que es menos

que la Nada de tu más alto deseo? Esto, hijo mío;

que ha soplado también en el origen de las cosas

—entiende por él tu verdadero nacimiento—,


7. Una luminaria amante de tu pensamiento, que

es Sangre, ardiente maridaje del fuego y del

agua V sus fluencias, y, por Jo tanto, espacio y duración.


8. Y una afirmación, que es el fondo de tu vértigo,

clama en ti, desde la eternidad de tu Memoria,

que el sol diurno, (que es no obstante tu pan,

no constituye sino una precaria alegoría.


9. Y que la última verdad solar está en nosotros,

cargada, como Rafael, de luz inmóvil, esto es,

solamente situada.


10. Cuando desde la planta de los pies hasta la

ondulación de! bozo tu ser entero se estremece

por el sonido: Sí, entonces el lugar fijo del cosmos

emerge de las aguas corrientes del pensamiento»


11. ¡Qué lugar de magnificencia es éste, hijo


mío! El fuego y el agua se ayuntan allí y se


funden en una áurea inmovilidad: entonces todo

se vuelve instantaneidad, total ¡Memoria de los grandes


12. Y alguien grita en nosotros —pero como para

desgarrar el espacio—: ¡Yo! Y ese Yo no es ya

nuestro andrajoso orgullo, sino el Ser primero y

uno, corazón inmóvil de Lumen. Y ese Yo no

sabemos ya si se sumerge en nosotros o si nos aspira.


13. Entonces las negras glándulas venenosas de

la vida yacíanse en nuestras manos y el bostezo

de la tumba concluye en hilaridad.


14. Echa una ojeada a tu alrededor» hijo mío.

Verás cómo todo es bueno y simple. Pero todo

esto, toda esta materia, no es sino tu propia sangre,

y esa sangre es movimiento; luego, es tiempo y espacio.


15. Tu corazón es un sol anatómico propulsor

de tu microcosmos sanguíneo, así como los gran¬

Soles son los padres y pastores de los sistemas!


16. Esta es !a razón por la cual mis amados

maestros han desposado el fuego con el agua en

el calor orgánico, ligándolos con el dulce anillo

centrado del oro.


17. Y si el cerebro en su tierna charladuría se

ha vuelto Luna hermética, no es solamente por

analogía de color.


18. El pensamiento no es sino la hoja desprendida

del árbol de la sensitividad; el cerebro no es

lino el satélite del corazón. No hace sino recibir,

filtrar y restituir la luz afirmativa que le envía

de corazón en su espiritual radiación.


19. Luna y cerebro son receptores y ordenado¬

res de luz. Humanizan lo sobrehumano, volviendo

al dios cegador accesible a nuestros frágiles


20. Los silencios de los antiguos Maestros 

se hacen palabra en mi boca. Porque ha sonado la

hora de la Relatividad. Y los instrumentos hurgadores

están en nuestras manos. El día de los

símbolos ya no existe. Todo está cumplido.


21. Las venas de la crucifixión están exhaustas,

la gran obra de expiación está cumplida. En¬

tramos en la segunda inocencia, en el gozo me¬

recido, reconquistado, consciente. La Matemática

es santificada.


22. A la trinidad Materia-Espacio-Tiempo, matriz

de la multiplicidad no situada, la hemos atrapado

por la garganta en la unidad viva del Movimiento.


23. Todo esto, aun lo que escribe en este instante

mi alocada pluma, es todavía reflejo, cerebro, 

luna. Pero el momento eterno del Sol de la

Memoria lavado en el Jordán de humildad nos

va a asir, y esa instantaneidad divina nos conducirá

a la celeste Canaán, la única tierra situada*



24. El inmóvil Empíreo de mi padre Dante, la

esfera pura caída otra vez en la unidad original

por la consagración del número Diez.


25. jOh, mi esposa, Renacimiento del gran rostro

de Francia y de Egipto!, toda esta ciencia me

viene de ti, por cuanto me has ejercitado en la

caridad enseñándome la confianza.


26. Imponiéndome la confianza, a mí, despreciador

en un mundo amargo, Oh, amargoí Amargo

a tal extremo que la única ofrenda de dinero

de macho a hembra y de hembra a macho atesta

allí la sinceridad del medio amor y sella con

voluptuosidad y rencor el acto de la terrestre

unión.


27. Liber Paramirum {que tú me has hecho conocer

oh Compañera), Liber Paramirum nos

quema el corazón hablando de la muerte. Cómo

se me aparece pura y clemente esta pausa del cerebro

y del corazón a los ojos de la Turba Magna

nuestra vida, silbido de la hoz contra el sílex.


28. "¡Horrible, atroz vida! Sexo abierto al primer

llegado, como escudilla de pordiosero, y corazón

razón cerrado al pobre, como Realeza en todos

los tiempos. Miel negra de la traición coagulada

en cera espesa sobre un puñado de dardos arrancados


39. "Rostros huyentes, vistos como en un aleteo

inmenso y breve de pabilos de fin de orgía, to¬

talmente desencajados por la ansiedad —tensa a

punto de romperse— de la lujuria adúltera. ¡Oh

casa, no de amor, sino de tránsito!


30. "¡Oh, mi arrogante pasión tanto tiempo aco¬

sada, y traspasada, y desgarrada! ¡Que la unidad

divina, como una cuerda de tortura, ligue final¬

mente estos miembros y órganos extraños que yo soy!


31. "Príncipe de la Paz! afirmador bañado de

sudor bajo los olivos, yo he buscado, yo he esperado

yo he renunciado. La más pura, !a más

fiel al sonido del oro tiembla como la víbora.


32, "jOh, mar de sierra y desencadenada! Los

toneles en la cala están agostados, mi vida ha

quedado sola y sin agua dulce; he desplegado mi

espíritu como una vela de náufrago, pero la nube

pasa y no recibo el bautismo de la naturaleza.

Y he ahí que una noche de cosmos alterados se

inflama en la hueca desesperanza.


33, "Por lo alto, por lo bajo, por todas partes

hay agitación. El furor del Movimiento nos posee

un reino de la velocidad y de la trepidación

sobre la tierra, y sobre el agua, y por los aires, y

esta cosa que denominan feminismo agitación

dolorosa y estéril de grandes nenúfares amarillos

blancos, rebeldía contra el esposo, amo de una

ciencia hueca de oración y polígamo por

debilidad nerviosa.


34. "Pulular de las nacionalidades huracán de

guerras conscientes, poesía y arte ritmados por

los motores, estenografía mental. He ahí dónde

me has arrojado, Dios celoso, en un vómito de

furioso mercurio."


35. Tal era, ayer todavía, mí plegaria matutina»

la del mediodía y la de ia noche. Pero hoy una

compañera de servicio camina en mi sombraj para

mí, hijo del Cosmopolita errante. Y sé que su¬

perabundancia de movimiento es putrefacción de

donde se levanta un nuevo trigal reanimado.


36. Y escucha todavía esta enseñanza de caridad

que he recibido de mi Compañera Renacimiento:

que la Esposa, Madre virginal de la vida, la eleve

hasta sus rodillas sangrantes del Calvario.


37. Mis hermanos de este tiempo, estos Caínes

que mi Maestro me ordena amar, jamás se han

elevado todavía por encima de nuestra delgada

atmósfera.


38. Cuanto más, afirman con soberbia que, para

quien intentara traspasarla, el sol se le aparecería

no amarillento o rojo, sino azul, eléctricamente y

glacialmente azul, en un espacio fúnebre tacho¬

nado de universos descoloridos.


39. Si así fuera verdaderamente, qué enseñanza

de caridad nos daría este científico sol que, atravesando

nuestra atmósfera humanizada por nuestra

respiración amante y ansiosa, truécase en dulce

Suelo de los piadosos laboratorios de antaño.


40. Pues se reviste de calor dorado y cantante,

y, no contento con nutrirnos con pan y con vino,

penetra con rayos perforadores v secretos hasta

el gran corazón de niño de la tierra.


41. Y madura el Oro incorruptible y curativo

de la divina Caridad, el meloso metal, secreción

de las abejas arcangélicas, el oro que jamás logrará

captar, sin la ayuda del Ave y del Pater,

ninguna empresa sintética.

CUANDO ELLA LLEGUE...

Cuando ella llegue, habrá gris o verde en sus ojos,
verde o gris en el río?
La hora será nueva en este porvenir tan viejo,
nueva pero tan poco novedosa...
¡Antiguas horas en las que se ha dicho todo, visto
todo, soñado todo:
no os imagináis como os compadezco...!
Habrá entonces otro hoy y ruidos de ciudad
tal como los de hoy y siempre - ¡duras experiencias! -,
y olores - según la estación - de septiembre o de abril.
Y un falso cielo, y nubes sobre el río.
Y palabras - según la ocasión- alegres o sollozantes
bajo cielos que se regocijan o que llueven,
porque nosotros habremos vivido y simulado
- ¡ay! - ¡tanto y tanto
cuando ella llegue con sus ojos de lluvia sobre el río!
Y habrá también (voz del hastío, risa de la impotencia)
el viejo, el estéril, el seco momento presente,
pulsación de una eternidad hermana del silencio;
el momento presente, tal como este momento.
Ayer, hace diez años, hoy, dentro de un mes,
horribles expresiones, pensamientos muertos, pero,
¡que importa!
Bebe, duerme, muere, es preciso librarse de sí mismo
de una u otra manera ...


LOFOTEN

Los muertos están ebrios de lluvia antigua y sucia
allá en el cementerio extraño de Lofoten.
El reloj del deshielo tabletea lejano
entre los ataúdes sórdidos de Lofoten.
Y gracias a las fosas que el entretiempo ahueca,
con fría carne humana los cuervos se han cebado,
y gracias al delgado viento con voz de niño,
dulce para los muertos es el sueño de Lofoten.
Ya no veré jamás, jamás sin duda,
ni la mar ni las tumbas de Lofoten,
y sin embargo hay algo en mí que me hace amar
ese rincón extremo y toda su congoja.
Suicidas, alejados y desaparecidos
del cementerio extraño de Lofoten
-¡qué raro y dulce suena su nombre en mi oído!-decidme si es
verdad que allí, que allí dormís.
Bien podrías contarme cosas más ocurrentes,
clarete que rebasas en mi copa de plata;
historias más amables o menos alocadas
y dejarme tranquilo con tu eterno Lofoten.
Que está haciendo buen tiempo y suave se desliza
en el hogar la voz del mes más melancólico.
¡Ah, los muertos, los muertos, aun los de Lofoten,
los muertos, en el fondo, lo están menos que yo!

sábado, 11 de julio de 2015

SALMO DEL REY DE BELLEZA


Desde las islas de la Separación, desde el imperio
de las profundidades, escucha cómo ascienden las
voces de las arpas solares. Fluye la paz sobre nuestras cabezas.
El lugar en que estamos, Malchut ,
1 es el medio de la Altura.
Volcados los llantos fecundos en un pensamiento a mi Padre,
los mundos de oro iluminan de
belleza el abismo. Testa real que sin embargo
reposas sobre mi corazón, ¡qué horror de números
lees en la memoria de la noche! Reina,
sé una verdadera mujer por la compasión suprema.
Por entero blanqueada por la piedad de la grandeza,
piensa en el más abandonado, piensa en el Creador.
El lugar en que estamos, Malchut, es el medio de la Altura.
Ante la santa labor de las constelaciones, ¿no
sientes desgarrarse tu corazón? ¡Malchut! ¡Malchut,
 esposa, ¡madre de las generaciones!
El espacio, enjambre de abejas sagradas, vuela hacia
el Adramando de estáticos aromas. ¡El lugar en
el que estamos, Malchut, es el medio de la Altura!
Porque el inmóvil Absoluto constituye el secreto deseo
de la cosa en movimiento. Regente
solar, sembrador piadoso de aquello que ha de
nacer y morir, sólo amo lo que perdura. ¡Yo mismo, yo,
Microprósopo, ardo por trasmutarme!
Aquí, como en la profundidad, nada está situado,
nada está situado! Toda realidad sólo existe en
el amor del Padre. El lugar en que estamos,
Malchut, es el medio de la Altura.
Paz sobre la tierra, oh esposa mía, oh mujer!
Paz en todo el imperio irreal, paz sobre las almas
de dulzura para quienes haces cantar las siete cuerdas del arco iris!
Cuando contempló, ¡oh Reina,
tu rostro invertido, tengo para mí la convicción
de que todo cuanto pienso nace de tu suave corazón!
El lugar en que estamos, Malchut, es el medio
de la Altura

SALMO DE LA REINTEGRACIÓN


Sucede algunas veces que, al promediar la noche,
el más completo silencio del universo me
despierta. Es como si de pronto las multitudes
uf celestes, descubriendo en mi pensamiento
el alcance asignado a sus órbitas, se detuviesen por
a sobre mi cabeza, reteniendo su hálito, a fin de
examinarme. Así como en los lejanos días de mi
infancia, mi alma entera se tiende entonces
hacia la voz mayor que desde el fondo
 de los espacios creados se apresta a llamarme. Pero mi
espera es vana. La paz que me rodea sólo es tan
perfecta porque no tiene ya ningún nombre que
darme. Ella está en mí y yo estoy en ella, y en
ese Lugar como nosotros innominados, donde se
ha consumado nuestra unión, no hay vocablo,
hasta el más universal: Aquí, que no haya perdido su sentido
para siempre; por cuanto nada
l ha quedado fuera de nosotros donde podamos
situar todavía un Allá, y el espacio total donde
respira el pensamiento se nos aparece, no como
L el continente, sino como el interior iluminado
del bello cristal Cosmos caídos de las manos de
Dios. Antaño, cuando el espíritu del silencio
perfecto me sobrecogía, yo alzaba los ojos hacia
los soles; hoy mi Vista desciende con su mirada
en mi ser. Porque su secreto reside aquí y no
en ellos. El lugar desde donde me contemplan
es el mismo donde me encuentro y,
en el reproche amante, pintado sobre el rostro del univer-
so, reconozco la melancolía de mi propia conciencia.
La inmensidad engendrada por la infinitud
de los movimientos circunscritos es impotente
para colmar el vacío de mi alma; no hay
ya altura accesible a la extensión del Número
cuyos instantes no sean contados por el latido
de mi corazón. ¡Qué me importa entonces toda
esa distancia de la nada a la nada! He caído cier-
tamente desde un lugar muy elevado; pero es
otro espacio 12 el que ha medido la caída e 'la
que he arrastrado al mundo. El lugar real, el
único lugar situado está en mi, y he ahí por qué
el Universo, mi conciencia, vela, vela esta noche
 y me contempla. ¡Oh Padre mío!, mi mal no
se llama ignorancia, sino olvido. Reconduce a
tu hijo a las fuentes de la Memoria. Ordénale
que remonte el curso de su propia sangre. El
movimiento de mi caída ha creado el espacio-
tiempo, esa agua que, en lo inmóvil Ilimitado, se
ha cerrado sobre mí y para la cual no tengo poder
de imaginar recipiente alguno.
Que mi ascensión proyecte, pues, el Otro Espacio,
el verdadero, el original, el santificado, y que este
Universo, el Hijo de mi Dolor cuya mirada
nocturna está sobre mi alma, se eleve conmigo
hacia la Patria, en la alborozada corriente
 de influencias rumorosas de la beatitud dorada.

SALMO DE LA MADURACION


Yo no he hallado la paz, en mi juventud, junto
a la que se ofrece sin angustia, obedeciendo a
ï un destino que exige que se entregue entera.
Quizá la haya herido al pedirle solamente aque-
llo que a sus ojos vale tan poca cosa:
 la inteligencia y el amor de los espíritus inferiores.
Pero esa cosa la obtuve, y entonces,
 terriblemente armado para la soledad, me aparte de
v aquella que todo me lo había enseñado y que ya
no podía comprenderme.
Pero haz que te pierda, oh Maestro, si alguna
vez escapa de mis labios una palabra imprudente
en relación con ella o si alguna vez releo
 sin desgarramiento del corazón lo que has escrito con
el dedo sobre la arena.
Ella se cruzó en mi camino nada más que
para consumar' el sombrío coronamiento de saorificio,
pero desde aquel día yo escucho lo
que mi sombra cuenta a las ortigas, y toda piedra,
 en el torrente solitario, ante mi proximidad
se estremece.
Porque en eso reside la profundidad de la
compañera de servicio: en que sea también para
nosotros -que ya no somos ni hijo ni esposo-
la guardiana de la llave del mundo que ha enmudecido.
Ella descolgó de su cinturón -que lleva debajo del corazón-
esa llave del primer jardín
en el que constituye la entera sombra y toda la
luz, pero en donde su amor ya no penetra, sino
por mandato expreso.
Y así que la hube tomado de las manos
 levantó hacia mí una mirada que parecía arrastrar consigo
 todo el peso de la inocencia que la abruma.
Así es como penetré en la gruta del secreto
lenguaje y, habiendo sido cogido por la piedra
y aspirado por el metal, hube de rehacer los mil
senderos que llevan del cautiverio a la liberación.
Y encontrándome en los confines de la luz
-de pie sobre todas las islas de la noche- yo
repetía de naufragio en naufragio este vocablo,
el más terrible de todos: aquí.
Pero un día, en esas alturas donde todo se
trueca en juego, soplé en el rostro de mi último
deseo la burbuja coloreada de mi alma,
Y sin embargo, yo querría dormir, sin embargo,
sobre ese trono del Tiempo. Caer de abajo
hacia arriba en el divino abismo. Sentarme
y permanecer por siempre inmóvil entre los sabios.
Olvidar que el vocablo aquí estaba ausente en mi
lenguaje. Por cuanto yo, que estoy creando sin
cesar para merecer la Nada, soy el deseo del fin,
Malchut, el deseo del fin, ¡del fin de los fines!
Oh, no poder recostarte, esposa muerta, en mi
corazón y resucitarte para el día eterno del Padre!
El lugar en que estamos, Malchut, es el medio de la Altura. Y
i Tú descendiste entonces, curado del costado,
curado de los pies y de las manos, vestido de no
sé qué oro fluido y gozoso; lavado de toda
mancha por la mujer.
Y en una carcajada de solares legiones
 me enmaridaste a tu conciencia y me armaste de la
Vista interior.
Y toda la infinitud de lo que yo veía era de
una sola pieza, y esa infancia del cíclope en mi
repetía el número UNO, y no podía contar más allá.
Fue entonces cuando me alzaste sobre tu seno adorado,
por el espacio sellado, interior, real.
Hasta las bellas puertas de plomo de la humildad,
 tu patria y Belén del oro.
Y de allí, hasta el país donde el amor bebe
despacio como un caballo blanco,
hasta las fuentes de la extensión y de la duración.
Y siempre más alto, hasta esa bóveda, al fin,
donde el eterno instante
es medido por la curva de proyección del huevo
retumbante como Rafael y, que, de pronto, en la
remisión solar,
enmudece como el nacimiento segundo

PLEGARIA DEL AUTOR


“La Nada, único continente inteligible de un universo libre
y puro como el pensamiento de Dios,
superior a toda noción de finito e infinito, la
Nada ha sido repudiada por el hombre. El sol de
la memoria de los orígenes se apaga con el astro
físico aterrado ante el espectáculo de la crucifixión.
La conciencia adánica de la relación
i primordial se oscurece. El espíritu humano es
expulsado de la luz paradisíaca cuya trasmutaci6n
efectúase en la santa, santa idea de un exterior,
l región lúcida de la exaltación, del sacrificio, de
la caridad, de la libertad: de la libertad, ¡bendita
sea! El Rey murmura: “¿Dónde está el espacio,
y su ceguera le responde: “El espacio está en mí,
en mis tinieblas sin principio ni fin.” Entonces los
números del conocimiento, de la belleza y' de la
paz, el Uno celeste, maravilloso, maravilloso,
hosanna in excelsis;
el Dos espiritual que se ‘trueca
en luz y sangre, in unitate Spíritus Sancti; el Tres,
Maestro del gran ritual de reciprocidad, per omnia
secula seculorum; todos los grandes y
 misericordiosos Números, hasta el Diez del regreso del hijo
pródigo a la Casa del Padre, Amén; los Números
de la cordura del Amor, uno a uno empuñan la
espada de la Ley y penetran en el sol de los soles,
donde los aguardan los indestructibles Tronos. El
piadoso Rey del Mundo posa su diestra sobre la
cabeza de su esposa, en señal de dura dominación
sobre la naturaleza corporal. Con la siniestra
levanta la Manzana universal, fruto del árbol del
conocimiento del bien y del mal, emblema de la
miserable realeza que se nutre de tierra y olvida
que el tiempo hace de ella su alimento. En ese
globo imperial vendrá un día el Señor a plantar
la Cruz. En el lugar de los Números sagrados
surgen en el pensamiento de Adán los signos infernales
y corporales de la División y de la Multiplicación sin fin. Es en el Señor, es en su paz,
que yo quiero dormir y descansar.

PLEGARIA DE HIRAM


Ser puro, tan perfectamente idéntico a tu necesidad
que no existe locura de negación que no
sitúe en relación contigo, que eres el todo, su
nada condenada a no ser más que una forma
 invertida de la afirmación -¿qué digo?-
tan espantosamente existente que la cosa distinta de ti por
tu voluntad, la creación, no puede hallar
un continente más que en tu idea de un exterior, de una
nada, a causa de que sólo tú eres infinito y de que
no hay exterior que te circunscriba; tan íntimamente
 confundido estás con mi yo, tan inseparable
de mi libertad, que tú eres quien me sostiene
hasta en mi obra de destrucción y, en el límite
extremo de mi esfuerzo, cuando la materia y el
vacío, a un tiempo idénticos y contrarios,
simultáneamente desaparezcan de mi pensamiento, éste
al punto se trasmute, de un inconcebible no ser,
cerrado a ese vacío y a ese pleno, en aquello que
constituye el propio ser, el sí del que estoy separado
 por el no que contiene, el todo que una pura
nada me impide conocer, el lugar inmóvil de todo
cuanto se mueve y que ningún movimiento puede
alcanzar, el Dios en quien soy como mi noción de
un exterior, de una separación, de la nada, está
en mí... Realidad única y revelada, que me es
tanto más entrañable cuanto que aquello que te
ama en mí no es parte alguna de mi ser, sentidos,
razón, sentimiento, ni es la suma de ellos, sino el al
ser mismo; otra vez esa nada donde el sol del Ï'
deseo de mi perfección se me aparece y me corona.
Tú, que eres aquel que es; tú, la ley, qui-
siste ser aquel que deviene; te exaltaste por encima de la ley.
Con tu más humilde idea, la de la
nada, la de un exterior, hiciste tu morada; pusiste
tu amor en ella, a fin de que te llamara desde
afuera. Eres en verdad aquel que da su luz y su
sangre. Padre, Hijo, Espiritu: yo te saludo. Que
dorado totalmente de memoria, desde la cima de
mi más alto pensamiento levante nuevamente
hacia ti mi vuelo. Que en mi Visión del mundo como en la tuya toda noción de relación y de límite
se borre. Que no haya más finito ni infinito. Que
solamente el amor vuelto lugar perdure.

SALMO DE LA ESTRELLA DEL AMANECER


Torrentes de hatos / bajan hacia los apriscos / la
sombra cae sobre Ander y Pau de la tierra de
Esaú / sobre Matred Toled Bet Aram / sobre
todo Sparad de Judea / Memoria estrellada
noche de Israel en espíritu / espacio proyectado
por ojos de oveja / Allí abajo ya relumbra Artizarra / en la frente de nuestra Madre Iberia / su Shurien-Ieschurum / aléjase ocultando
el rostro / bajo el sayal de bruma / Sela
Habiendo ya balado bastantemente / al cielo salado de blancores / largaos mis lamedores de
muros / hacia la sal del muro de los lamentos
habituales / en el camino del hisopo / por entre
los amargos sotos / pasad ovejas del rey bajo el
cayado / de hierro / Blancas diez y nueve negras cuarenta / y tú cuadragésima cuarta
números trazados por mano de pastor / en palitroques / sobre cierto muro de BetLejam
son más numerosos que vosotros allá en lo al-to / los cabrillos de la VÏiviente / de la hermana
novia del cántico nuevo / Sela / De los cedros
de la bendición / lenta siempre tómase la mano / sobre nuestras cabcezas surgidas del fondo
de las edades / en el lenguaje del mar occidental / en vano Nafchi 2° intenta sorprender / un
solo vocablo nuevo / el mismo corazón que cn
el tiempo de los padres / late en el bosque cn
la piedra y en el agua / nada de todo aquello
que retorna es nuevo / Todas estas cosas dormían
en los libros cerrados / los libros bajo mis nm
nos se han abierto / pasad mis bellas Judits pue
sad / buenas muchachas / bajo el cayado dc
hierro / Kima Kesilz1 y vosotras las Mazalot
y vosotros los otros cielos / sin nombre sin
número altamente suspendidos / en las grandes
tinieblas de Dies / santos ancianos volved hacia
la tierra / vuestras turbias extraviadas miradas dc
sílex / Aieleth hashajar la Pastora / descien-
de hacia Guinath Agoz / con la vasija de leche
de luz sobre el hombro / ella llama al niño
Olel / guardián del comedero de los leones
al que las víboras acarician durante el sueño / Sela / He ahí las cosas son lo que ellas son / pus dc
las pestañas / fuego de lluvia al borde del tejado / en el costal del sembrador puñado de estrellas / y tus ruedas que entran la una dentro
de la otra / Yejeskel las terribles espirales / heahí las cosas son lo que ellas son / profundo profundo es Esto / ante aquel que se prosterne
nos prosternaremos

LA POESIA DE LOS ARCANOS


1. Así que la montaña me hubo arrastrado en
su vuelo, vi de pronto abrirse ante mí, sobre el
otro espacio, la puerta de oro de la Memoria, la
salida del laberinto.
2. Este fue el origen de la doctrina que he ex¬
puesto en el Testamento ars magna, narración
fiel y piadosa de los hechos que me condujeron,
dos años más tarde (en el verano de mil nove¬
cientos dieciséis), al descubrimiento y a la de¬
mostración de la ley espiritual y física de la
relatividad universal.
3. Entro en el duodécimo año del supremo conocimiento.
4. No obstante ello, humillaré ante ti, en el polvo,
esta frente que ha recibido la corona.
5. La humillaré ante ti, Hiram, hijo mío, Rey
del mundo unificado, arquitecto de la Iglesia Ca¬
tólica efectiva de mañana, esa regente universal
de la fe» de la ciencia y del arte.
6. Porque si la verdad que habla aquí
me hubiera sido revelada por una criatura así como te
será revelada por el órgano de la criatura que
soy» es muy probable que no la hubiese reconocido.
7. En la fuente del antiguo sufrimiento hállanse
las concepciones físicas erróneas, visiones cósmicas de castigo.
8. Siendo la esencia del pensamiento sensación,
es decir, comprobación y amor del movimiento,
toda psicología no fundada sobre el análisis del
concepto físico del mundo tarde o temprano se
desvanece con los otros espejismos de la imagi¬
nación.
9. El lenguaje de la vida no tiene aderezo algu¬
no. Desnuda es la palabra de la muerte. La be¬
lleza del mundo, nuestra madre, tiene una misma
mirada para la cuna y para la tumba. Sin em¬
bargo, su rostro nos inspira una santa confianza.
10. Porque sentimos muy distintamente en el
fondo de nosotros mismos que nuestras innume¬
rables interrogaciones excepto una, son impor¬
tunas y frivolas; están llenas de curiosidad y son
extrañas al amor.
11. Una sola pregunta nos dignifica, ¡oh Hiram!,
de nuestros grandes dolores: ¿Dónde esta el espacio?
12. La enfermedad de Hamlet, la de Fausto y la
de Manfredo se originaban en una representación
del cosmos desfigurado por la prevaricación de
Adán,
13. En esa representación la idea del espacio,
identificada a la del continente aparecía como
una cortina inmensa de tinieblas suspendida en
una eternidad de tiempo. En esa noche de pa¬
vor los mundos de la materia y del movimiento
tomaban el aspecto de inexplicables boquetes de
vida y de luz,
14. Había en ello una vana visión del orgullo
criminal. La dominación universal del hombre v
su memoria de los orígenes desvaneciéronse en el
instante mismo en que ei Yo —¡maldito sea!— su¬
gería al antepasado un acercamiento monstruoso
entre la idea del espacio y la del infinito,
15. El primer pensamiento del hombre fue nna
percepción total de su movimiento: una compro¬
bación instantánea y un amor una embriaguez
religiosa del ritmo.
16. Antes de alcanzar el cerebro, satélite del co¬
razón, y de volverse reflejo de ese pensamien¬
to había sido el fuego sutil, el chorro inicial, el
secreto más profundo, la vida y la esencia misma
de la sangre.
17. Porque la sangre es contemporánea del fiat.
Es la substancia mágica del impulso espiritual
primero, el movimiento espontáneo y vivo de
miríadas de universos.
18. La sangre es una suma de energías espirituales
 manifestadas en ]a creación, esa luz inma¬
terial de la Visión de belleza y de amor de Dios.
19. La sangre en relación primera, la del Vidente
hacia la Cosa vista, y, por consecuencia, apa¬
riencia original de movimiento, de espacio-tiem¬
po, de situación, de lugar.
20. Asida por el .sentido visual interior mnemónico,
contemporáneo de la Visión creadora de
Dios» la sangre adquiere el aspecto angélico del
oro que iíumina las profundidades centrales de
la tierra.
21. Porque en la tierra como en el hombre el
recuerdo de los orígenes dormita» impoluto; mas
cuando la medida de la espiritual prevaricación
sea colmada, ese recuerdo se despertará a fin de
testimoniar contra la falsa ciencia.
22. El primer pensamiento del Rey del mundo
ha sido, pues, una percepción integral de su mo¬
vimiento.
23. Y ese primer pensamiento encerraba una su¬
ma de los conocimientos, porque el movimiento
constituye una perfecta simultaneidad, una abso¬
luta identidad y una indivisible unidad del es¬
pacio, de la materia y del tiempo,
24. ¡Ponte en guardia, hijo mío, que aquí se tra¬
ta de la piedra angular, la Piedra espacio-tiempomovimiento mismo?
25. Cuando el espíritu de pureza y sumisión so¬
pló al oído de Adán recién nacido la orden de
levantarse de la tierra para que bendijera la be¬
lleza del mundo el antepasado se sintió universo,
16. Porque la virtud mágica del primer movi¬
miento descubríale la noción fundamental, única
e indivisibie, del espacio-tienipo-mareria.
27. El pensamiento del antepasado constituía así
el pensamiento del universo más bien que el del
hombre.
28. Por ese pensamiento, por esa comprobación
del Movimiento, Adán situó su movimiento, su
ser, en relación con el movimiento, con el ser del
sol, de los astros de los objetos circundantes-
29. Porque lo que nosotros llamamos pensamiento
no es en su origen —así como más tarde en
los diversos grados de su evolución— sino una
comprobación y un amor del movimiento; por
consecuencia, una pura determinación de Tugar.
:0. El pensamiento de Adán, comprobación y
amor del movimiento, preocupóse igualmente en
situar toda parte, ínfima o inmensa del cosmos,
en la relación del movimiento de esa parte con
respecto al movimiento de otra. En esa operación
fundamental, el Lugar, el espacio inseparable del
nempo-movimiento, identificábase con la rela-
c:ón dinámica, y el todo, aprehendido en su si¬
multaneidad perfecta, en su instantaneidad absoluta,
daba como resultante la materia substancia
mágica del mundo.
31. Dicho de otra manera, en el pensamiento de
Adán el espacio descriptible, es decir, susceptible
de ser situado experimentalmente en la relación
numérica de las galaxias, de los sistemas, de los
mundos y de los móviles en general, el espacio
descriptible formaba, con el movimiento-tiempo,
un Cuerpo universal único.
32. Ese cuerpo cósmico perfecto, ese espacio to¬
tal congelado en cierto modo en una unidad de
materia colocada fuera de toda relación dinámi¬
ca, el pensamiento de Adán no podía imaginarlo
sino situado en ¡a Nada, en la Nada de donde
están desterrados el vacío y el pleno, el movi¬
miento y el tiempo.
33. Por cuanto el concepto de un espacio, de un
vacío exterior, que asociara inevitablemente ese
vacío a lo material ya existente, es decir, al pla¬
no móvil de la relación, sólo hubiera determi¬
nado una adición de substancia, una extensión
al infinito del cuerpo universal único.
34. El pensamiento de Adán sabía también que
una ilusión de inmovilidad, revistiendo el aspecto
de una ausencia de movimiento de conjunto de la
cosa, lígase a una multitud de objetos dorados, sin
embargo, como los astros —sus padres—, de una
pluralidad de movimientos; por cuanto toda cosa
es substancia cósmica arrastrada por el torrente
de la sangre universal.
35. Esta apariencia de inmovilidad, esta impre¬
sión de la nada en la cosa, imponía respeto y te¬
mor al pensamiento de Adán. Y Adán bendecía
los árboles y las piedras.
36. Pero en cuanto a asignar un lugar al conjun¬
to del mundo, en cuanto a resolver la suma de
todos esos movimientos situados en su relación
única, el pensamiento de Adán, que era el pen¬
samiento del universo, nunca se preocupó.
37. Porque el universo total no es un lugar.
Como ocurre en el tiempo con la vigilia y el
sueño, así, en la instantaneidad, el conjunto del
universo no constituye sino un estado situado
en su única oposición espiritual con la nada con
la nada de donde están proscriptos el vacío y el
pleno, el movimiento y el tiempo. En el espíri¬
tu del Justo el espacio total, universo no situa¬
do, el espacio total, pura visión de belleza y de
amor de Dios, el espacio total era absolutamente
extraño a toda intuición del infinito. Siendo el
espacio materia no podía, en el pensamiento del
Justo, ser elevado en la luz insubstancial hasta
ese plano arcangélico o trono, idea inmutable
del infinito.
38. Hijo mío, salgo de un sueño absurdo y
aterrador.
39. Me daba caza a mí mismo y no lograba
aprehenderme.
40. Los dos estados que yo era, mí sueño y mi
vigilia, mi vida y mi muerte, perseguíanse sin lo¬
grar alcanzarse, porque el lugar no existía.
41, Cuando de pronto, en el paroxismo del te¬
rror universal, sentí que sobrepujaba en veloci¬
dad a mi recuerdo. En ese preciso instante ab-
juré para siempre, ante Ja nada primordial, de
toda inquietud de realidad.
42, El primer pensamiento de Adán había sido
una percepción integral del movimiento; en el
corazón y en las arterias del Rev corría la ente¬
ra luz del mundo.
43. Adán constituía la memoria soberana. Ori¬
ginado en la substancia cósmica, recordaba el
grito de su mágico nacimiento, semejante a la
risa solar del plomo trocado en oro.
44. Todas las operaciones del Rey comenzaban
por la afirmación fundamental:  yo existo en
aquel que es, ya que lo que me separa del ser es
la nada.
45. La noción santa de la nada me ha sido con¬
fiada a fin de que sepa que únicamente la nada
me separa de aquel que es v en el cual yo soy.
46. La nada es el vocablo con el cual se reco¬
nocen los Nobles Viajeros. Es a la vez la entrada
y la salida del laberinto.
47.  ¿De dónde proviene, en mí, esta noción de
la nada, si soy movimiento y por lo tanto espa¬
cio, y tiempo, y materia?
48, Siendo yo la Cosa, ¿cómo me las he arre¬
glado para extraer de mi idea de la nada eí gran
sello fúnebre del vacío negro y helado?
49. Por cuanto el Agua corporal espacio-tiem¬
po no ha sido arrojada con eí fi>í en el recipien¬
te de un vacío anterior. La Piedra espacio-tiempo
no ha sido arrojada en un vacío preexistente.
50. El vacío es espacio. Luego, ei espacio mis-
mo privado de éter constituye una materia in¬
separable de cierta especie de movimiento idén¬
tico al tiempo. El vacío no podía aparecer, pues,
sin que aparecieran en ei mismo instante los uni¬
versos.
51. Mi lugar único está en aquel que insufló
en la nada el espejismo de éxtasis de la belleza
del mundo.
52. ¡Oh, Hiram!, esa nada cuya inmovilidad de
lo inorgánico compone el jeroglífico mudo, esa
nada, ¿qué vacío podría colmarla?
53. Es un agua espiritual, insubstancial, pri¬
mordial; es en ella, trasmutada en sangre, movi¬
miento y pensamiento, que nosotros advertimos
el espacio total, pura apariencia; el espacio to¬
tal, materia a buen seguro y sin embargo más
ilusoria que la imagen, desdoblada en un agua
corporal de la extensión limitada.
54. Es un espejo ideal que el espíritu se presen¬
te a sí mismo a fin de que, apareciéndoselc en
él su belleza libremente y como desde fuera, eí
Amor sea exaltado por sobre la Ley.
55. Este constituye el primer sacrificio, el que
ha elevado al Ser —entiendo por ello al Ser que
Compone su propia ley única, la de ser y nada
más—; sí, éste constituye el primer sacrificio
que ha elevado al ser por sobre su propia necesidad.
56. A causa de que para el Ser no existe li¬
bertad sino en el abandono de su más secreta
esencia. Por ese abandono la lev deviene amor.
57. Así apareció la Belleza liberada y libera¬
dora. Para que por sobre la necesidad de la ley
resplandeciera el sacrificio libre del amor.
58. Así brotó de la instantaneidad del fíat, co¬
mo por efecto de una total transfusión, la libre
belleza, el lugar espiritual de la Bendición, la
relación primera, la del beth con el aleph.
59. Así se esclareción en la nada —en esa agua
espiritual en la que el vacío, lo pleno, la acción
y el número estaban proscriptos—
la Visión arcliimágica de un universo cuyo interior móvil
es espacio y cuyo continente es la nada, limite
de nuestros campos de gravitación,
60. En esta obra de manifestación la belleza,
la Esposa, separóse pues del Esposo sin que la
indivisible unidad fuera quebrantada; porque ella
separóse como se separa del objeto su imagen.
61. F.sta manifestación, esta santa, santa Matro¬
na de belleza y de gloria, ¿sería acaso ilusión?No,
por cierto. Ella es la verdad, la realidad misma
del Señor espíritu de amor.
62. Porque ella no lo es por el hecho de caei
bajo la percepción sensorial en la relación diná¬
mica, sino porque compone una visión perfecta,
un éxtasis supraceleste del Espíritu su amante.
63. El alumbramiento inagotable de la substan¬
cia espiritual de los cielos y de la tierra es el
signo sagrado de la femineidad de la manifesta¬
ción procreadora.
64. Tal es el santo arcano del Amor Conyugal,
motivo del Cántico de Salomón. Querría vo
también cantarlo. Pero las doradas Legiones me
hacen señas de callar.
65. A pesar de que en la instantaneidad la es¬
posa se hubo separado del esposo como del ob¬
jeto su imagen, así en el mundo del tiempoespacio,
creado por el fiat luminoso, movimien¬
to de esa reflexión, Eva debía caer en la polari¬
dad todavía doble de la substancia de Adán re¬
cogida en la misma sangre del universo.
66, Del universo, sacrificio de los sacrificios,
arquetipo de la sangre vertida por Abel y mis¬
terio original de todos los cultos que practican
la inmolación.
67. Y esa sangre de la creación, oh Hiram, hi¬
jo mío; esa sangre de la creación fluyó también
para el Rescate. Pues, ¿o era acaso preciso to¬
davía que en ello fuera exaltado por sobre la
ley judía misma el libre sacrificio del amor?
68. Sobre este universo m situado de belleza
libre éI dominio de Adán ejercióse, pues ¿en la
libertad del supremo conocimiento fundado
sobre la relación del Beth con el aleph, del
vidente con la visión, del ser con el amor,
Adán era libre, poique sabía que el movimiento
no es Ja traslación inconcebible de un
lugar hacia un lugar, sino 1a metamorfosis inte¬
ligible de un estado en un estado. Ser libre es
inüvqrse cimamente para la acción, pero tam
bien —y por sobre la acción— para cl ritmo.
70. Por el juego de há rcldcioncü dinámicas
Adán era laconciencia del universo y cl órgano
de la percepción de todas las cosas. Pero por
la relación del betb con e¡ aleph de la visión
situada en la nada con el Espíritu Santo rea!,
Adán era la libertad misma de la belleza
71. Así más tarde, en el instante de la purifi¬
cación de Jos seres y de las cosas» Cristo nació
de unA Virgen, imagen corporal de la libre belleza
prístina
72, Aunque la visión había sido proyectada por
el espíritu en la nada, y el priMEr Adán había
sido Sacado de la substancia cósmica fecundada
por el solo espíritu, asi el segundo Adán no po¬
día nacer sino de una virginal, espiritual y li¬
bre belleza.
73. La pasión misteriosa y casta, la embriaguez
intelectual que todos hemos experimentado al
salir de la infancia, no es más que un oscuro recuerdo
del primer amor de Adán por Eva mi
compañera terrestre.
74- La mujer, tomada de la substancia espiritual
del hombre, que era la de la visión en sí encon¬
trábase, con respecto del timbre, en la relación
del beth con el aleph la visión con el viden¬
te, del amor con el Ser.
75. Como cl vidente y la visión, los esposos
edénicos constituían una indivisible unidad. Sus
movimientos y sus palabras figuraban en cl pla¬
no de las relaciones dinámicas de las operaciones
ocultas del gran ritual de reciprocidad del vi¬
dente y de la visión, Eva era la imagen viviente,
espiritual y virginal de la Femineidad de la ma¬
nifestación.
76. La belleza y la caridad de la mujer, que embriaga.
y la compasión que ellas engendran,
nos acercan ai'in hoy a nuestra madre la bdlexa
de1 mundo. Pero Adán, en Ja cordura de sti su¬
misión, reconocía esa belleza la esencia mis¬
ma y la forma de su compañera de servicio. Y
alternaba con Orión la Osa Mayor, las Pléya¬
des V las estrellas de las regiones australes'* (esos
verdaderos amigos de Job), así como hablaba a
Eva en el estremecimiemo de élitros —univer¬
sal e invisible—, de una sorda, penetrante y bien¬
aventurada ternura,
77, Te he conducido, Hiram, hasta loía sa¬
grada donde cl eniprcsarip de las obras grabó la
imagen del laberinto.
78 . Aquí es, en este lugar de cumplimento,
donde me despediré de ti por lo que dure la
gran trasmutación que comienza.
79, Las tentativas actuales de refundición mo¬
ral, social y política son vanas. Antes de condu¬
cir al ciego a la luz conviene curarlo de su
ceguera.
80. Un concepto sacrilego y falso del universo
físico se ha extendido como una catarata sobre
la vista intelectual de! hombre. Es preciso, por
de pronto, separar con prudencia y con mano
caritativa y fuerte esta secreción opaca que le
oculta el mundo real de la visión.
81. En este bolso de utensilios que tienes a la
vista, oh Rey de los Laboriosos, encontrarás la
cruz, la balanza, el ungüento, el cetro y la co¬
rona del mundo. Pero es preciso que te diga to¬
davía cómo el antiguo Rey se volvió ciego.
82. La luz incorpórea de la belleza destacóse
del ser idéntico a la lev% fuego espiritual oculto,
a fin de que, establecida que fuese la primera re¬
lación entre ese fuego y esa luz, ese esposo v esa
esposa, el amor fuera exaltado por sobre la lev.
83, La luz incorpórea de la belleza del mundo
revístese, en la instantaneidad misma del fiat,
con ese aspecto de cosmos constituido de espa¬
cio-tiempo interior que le conocemos. Pero en
Adán, su conciencia, su libertad y su órgano de
percepción, se aparecía como una visión
del vidente en la nada; la nada de donde están pros¬
criptos el vacío y el pleno, el movimiento y el
tiempo.
84. Había un vidente y una visión y Adán era
la relación misma de esta última con respecto a
aquél. Es en él, es en el hombre, criatura de la
necesidad y de la belleza, que el amor, en su libcrrad,
veíase exaltado por sobre la lev.
85. Pero de esta ley idéntica al ser la unidad
subsistía indivisa en esa trinidad del Esposo, de
la Esposa y del primer Adán, conciencia del ar¬
cano conyugal. Porque el vidente y la visión no
formaban sino un solo espíritu con la relación
primordial, que era su inteligibilidad en el con¬
cepto cósmico del hombre.
86. Esa unidad indivisa estaba figurada en el
plano de las relaciones dinámicas por la triplici¬
dad espacio-tiempo-materia dada en la unidad
del movimiento.
87. Pero este movimiento en sí, este fiatj ley
genitora de la manifestación, no era otra cosa
sino Adán nacido de la substancia espiritual de
la visión. Adán era, pues, en el plano dinámico,
la representación del ser que es su propia ley.
Y Eva no fue extraída de su esencia sino para
que también figurara el amor exaltado por so¬
bre la ley.
88. La prevaricación de Adán hizo caer nueva¬
mente este amor exaltado en el rigor de la ley.
Tal es el origen, oh Hiram, de la grande y se¬
vera ley de Israel.
89, Eva encontrábase entonces colocada con respecto
 del hombre Rey del mundo, en la rclación
del beth con el aleph, en la relación de la visión
con el vidente, del amor con el ser, de la esposa
con el esposo.
90, Y representaba la femineidad de la manifes¬
tación, de la que Adán era la conciencia, el conocimiento
y la plegaría. La con ciencia de Eva
estaba en Adan el conocimiento de Eva estaba
en Adán, la plegaria de Eva estaba en Adán
91. Eva era libre a causa de que su conciencia
y su conocimiento y su plegaria estaban en
Adán, libertad de la belleza en la relación pri¬
mordial, padre de su propia ley en el juego de
las relaciones dinámicas.
92. Eva era libre, era pura de toda sumisión con
respecto al hombre, porque el hombre y la mu¬
jer eran una sola carne, así como el vidente y
la visión formaban una indivisible unidad.
93. Así como el mismo cosmos, esta carne era luz
incorpórea de la belleza, de la visión
Fecundada por el Espíritu Santo como el cosmos y
como la tierra, como ellos también engendró,
y sus hijos nacidos para la acción movíanse  por
sobre la acción, para el ritmo,
94. Lo quw separaba a Eva de Adán, así como
lo que se interponía entre Adán y Dios, era la
nada, porque la palabra de Eva estaba en todas
las palabras de Adán, salvo en esa palabra por
la cual Adán afirmaba estar en aquél que es y no
estar separado de él sino por la nada.
95. A causa de que Eva estaba, por su concien
cia, y conocimiento, y su plegaria, en Adán,
96. Eva estaba en Adán, y lo que se interponía
entre Adán y Dios era la nada; esa sola y mis¬
ma nada separaba pues a Eva de Dios; ella es¬
taba en él. Pero estaba también en Adán, y lo
que la separaba de Adán era esa misma nada
respecto de la cual no tenía por qué pronunciar
en Adán el nombre sagrado,
97. La toral preeminencia de Adán sobre Eva
residía, pues, en ese derecho espiritual y secreto
de pronunciar para sí v para Eva el nombre sa¬
grado de la nada, que no es más que un nom¬
bre, por cuanto el vacío y cl pleno el tiempo y
el movimiento están en ella proscriptos,
98. Y este, privilegio místico conformábase a
la situación de la correspondencia dinámica con
respecto de la relación primordial de la visión
con el vidente.
99. Eva» femineidad de la manifestación,
prefigura de la naturaleza física, pero perfectamen¬
te libre en Adán y situada con respecto al es¬
poso en una correspondencia dinámica en la que
él era el genitor, Eva, estaba incluida en Adán,
conciencia de la relación primordial, como la
correspondencia dinámica encuéntrase incluida
en esa relación misma,
100 .  Eva  en Adán, confundida con  su
conciencia, con su conocimiento con su plegaria:
Adán pronunciaba el vocablo nada para sí
mismo y para Eva, pero cuando decía YO sólo
pensaba en Eva.
101. Porque en el plano de h relación primor¬
dial no cenia yo; pero tenía un yo en d mundo
de las correspondencias dinámicas
102. Ahora  bien, ocurrió que un día Adán es¬
cuchó en su YO a Eva que lo interrogaba :”Adán,
ser de mi amor ¿n es verdad que lo que me
separa de ti es la nada?"
103.  Ese vocablo, nada, resonaba dulce y extra¬
ñamente en la boca de la esposa. Adán cayó en
una profunda meditación.
104,  No cerró los ojos. Interrogaba el espacio,
la luz incorpórea de la belleza. La visión estaba
allí. Adán Icvantó la cabeza;  un águila volaba
hacia cl sol. El espacio estaba allí. Dos nubes
tenues deslizábanse lentamente como para fun¬
dirse en una sola; había como una impaciencia
en Adán las nubes deslizábanse lentamente en
el tiempo, Y bajo los pies de Adán las piedras
estaban calientes por efecto del maravilloso mediodía.
105. Eva repitió su interrogación era en ver¬
dad la misma y sin embargo no era de) codo !a
misma:” Adán, ser de mi amor ¿no es verdad
que sólo la nada te separa de Dios?"
106. El espacio estaba allí, Incorpórea luz de la
belleza, de la visión del universo no situado, el
espacio estaba allí, y Adán, cuyo Yo no quería
ya reconocer esa nada que lo separaba de Dios,
Adán pensaba en el universo total y murmuraba: '
¿Dónde está el espacio?”
Í07. Entonces oh real hijo mío, oh Hiram!
en los confines de ese espacio que cl antiguo
Rey extendía más allá de toda idea de límite a
fin de situarlo en sí mismo, en cl recipiente de
un vacío, la nada se tocó de pronto en el es¬
píritu del hombre en ese infinito de tinieblas
que constituye la ceguera de Adán

LUMEN


1.  ¿Cómo, hijo mío dichoso, has amado loca y
compasivamente a ima mujer nacida como tú del
barro ansioso y me dices ahora que no entiendes,
en absoluto, mi lenguaje?
2.  Ven, el sacrificio de la noche se enciende por
sobre nuestras cabezas. De mí a ti el antiguo su¬
frimiento se hará comprender por el antiguo sufrimiento.
3. Por detrás de la Nada, objeto del supremo
deseo, este que es menos que nada, siendo a la vez
anterior a la anterioridad del Movimiento; este
que es el más extraño, el más desconocido entre
los objetos exteriores, pero que es también
terriblemente interior;
4. Este golpea la piedra espacio-tiempo caída del
Lugar y arranca de ella grandes llamaradas a fin
de iluminar el rostro de virgen v de madre de
su amor,
5.  Uno de esos hachones, inflamado por el incendio
del universo, el sol juguete de nuestros días,
acaba de alzar vuelo tan lejos en la nada del cielo
que tú ya no lo adviertes. Él bosque y sus pájaros
constituyen una misma nube de sueño.
6.  ¿Que sabemos acaso de aquel que es menos
que la Nada de tu más alto deseo? Esto, hijo mío;
que ha soplado también en el origen de las cosas
—entiende por él tu verdadero nacimiento—,
7.  Una luminaria amante de tu pensamiento, que
es Sangre, ardiente maridaje del fuego y del
agua V sus fluencias, y, por Jo tanto, espacio y
duración.
8. Y una afirmación, que es el fondo de tu vértigo,
clama en ti, desde la eternidad de tu Memoria,
que el sol diurno, (que es no obstante tu pan,
no constituye sino una precaria alegoría.
9.  Y que la última verdad solar está en nosotros,
cargada, como Rafael, de luz inmóvil, esto es,
solamente situada.
10. Cuando desde la planta de los pies hasta la
ondulación de! bozo tu ser entero se estremece
por el sonido: Sí, entonces el lugar fijo del cosmos
emerge de las aguas corrientes del pensamiento»
11. ¡Qué lugar de magnificencia es éste, hijo
mío! El fuego y el agua se ayuntan allí y se
funden en una áurea inmovilidad: entonces todo
se vuelve instantaneidad, total ¡Memoria de los grandes
12. Y alguien grita en nosotros —pero como para
desgarrar el espacio—: ¡Yo! Y ese Yo no es ya
nuestro andrajoso orgullo, sino el Ser primero y
uno, corazón inmóvil de Lumen. Y ese Yo no
sabemos ya si se sumerge en nosotros o si nos
aspira.
13. Entonces las negras glándulas venenosas de
la vida yacíanse en nuestras manos y el bostezo
de la tumba concluye en hilaridad.
14. Echa una ojeada a tu alrededor» hijo mío.
Verás cómo todo es bueno y simple. Pero todo
esto, toda esta materia, no es sino tu propia sangre,
y esa sangre es movimiento; luego, es tiempo
y espacio.
15. Tu corazón es un sol anatómico propulsor
de tu microcosmos sanguíneo, así como los gran¬
Soles son los padres y pastores de los sistemas!
16. Esta es !a razón por la cual mis amados
.\maestros han desposado el fuego con el agua en
el calor orgánico, ligándolos con el dulce anillo
centrado del oro.
17. Y si el cerebro en su tierna charladuría se
ha vuelto Luna hermética, no es solamente por
analogía de color.
i 8. El pensamiento no es sino la hoja desprendida
del árbol de la sensitividad; el cerebro no es
lino el satélite del corazón. No hace sino recibir,
filtrar y restituir la luz afirmativa que le envía
d corazón en su espiritual radiación.
19. Luna y cerebro son receptores y ordenado¬
res de luz. Humanizan lo sobrehumano, volviendo
al dios cegador accesible a nuestros frágiles
20. Los silencios de los antiguos Maestros se ha¬
cen palabra en mi boca. Porque ha sonado la
hora de la Relatividad. Y los instrumentos hurgadores
están en nuestras manos. El día de los
símbolos ya no existe. Todo está cumplido.
21. Las venas de la crucifixión están exhaustas,
la gran obra de expiación está cumplida. En¬
tramos en la segunda inocencia, en el gozo me¬
recido, reconquistado, consciente. La Matemática
es santificada.
22. A la trinidad Materia-Espacio-Tiempo, matriz
de la multiplicidad no situada, la hemos atrapado
por la garganta en la unidad viva del Movimiento.
23. Todo esto, aun lo que escribe en este instante
mi alocada pluma, es todavía reflejo, cerebro,
luna. Pero el momento eterno del Sol de la
Memoria lavado en el Jordán de humildad nos
va a asir, y esa instantaneidad divina nos conducirá
a la celeste Canaán, la única tierra situada*
24. El inmóvil Empíreo de mi padre Dante, la
esfera pura caída otra vez en la unidad original
por la consagración del número Diez.
25. jOh, mi esposa, Renacimiento del gran rostro
de Francia y de Egipto!, toda esta ciencia me
viene de ti, por cuanto me has ejercitado en la
caridad enseñándome la confianza.
26. Imponiéndome la confianza, a mí, despreciador
en un mundo amargo, Oh, amargoí Amargo
a tal extremo que la única ofrenda de dinero
de macho a hembra y de hembra a macho atesta
allí la sinceridad del medio amor y sella con
voluptuosidad y rencor el acto de la terrestre
unión.
27. Liber Paramirum {que tú me has hecho conocer
oh Compañera), Liber Paramirum nos
quema el corazón hablando de la muerte. Cómo
se me aparece pura y clemente esta pausa del cerebro
y del corazón a los ojos de la Turba Magna
nuestra vida, silbido de la hoz contra el sílex.
28. "¡Horrible, atroz vida! Sexo abierto al primer
llegado, como escudilla de pordiosero, y corazón
razón cerrado al pobre, como Realeza en todos
los tiempos. Miel negra de la traición coagulada
en cera espesa sobre un puñado de dardos arrancados
39. "Rostros huyentes, vistos como en un aleteo
inmenso y breve de pabilos de fin de orgía, to¬
talmente desencajados por la ansiedad —tensa a
punto de romperse— de la lujuria adúltera. ¡Oh
casa, no de amor, sino de tránsito!
30. "¡Oh, mi arrogante pasión tanto tiempo aco¬
sada, y traspasada, y desgarrada! ¡Que la unidad
divina, como una cuerda de tortura, ligue final¬
mente estos miembros y órganos extraños que
vo soy!
31. "Príncipe de la Paz! afirmador bañado de
sudor bajo los olivos, yo he buscado, yo he esperado
yo he renunciado. La más pura, !a más
fiel al sonido del oro tiembla como la víbora.
32, "jOh, mar de sierra y desencadenada! Los
toneles en la cala están agostados, mi vida ha
quedado sola y sin agua dulce; he desplegado mi
espíritu como una vela de náufrago, pero la nube
pasa y no recibo el bautismo de la naturaleza.
Y he ahí que una noche de cosmos alterados se
inflama en la hueca desesperanza.
33, "Por lo alto, por lo bajo, por todas partes
hay agitación. El furor del Movimiento nos posee
un reino de la velocidad y de la trepidación
sobre la tierra, y sobre el agua, y por los aires, y
esta cosa que denominan feminismo agitación
dolorosa y estéril de grandes nenúfares amarillos
V blancos, rebeldía contra el esposo, amo de una
ciencia hueca de oración y polígamo por
debilidad nerviosa.
34. "Pulular de las nacionalidades huracán de
guerras conscientes, poesía y arte ritmados por
los motores, estenografía mental. He ahí dónde
me has arrojado, Dios celoso, en un vómito de
furioso mercurio."
35. Tal era, ayer todavía, mí plegaria matutina»
la del mediodía y la de ia noche. Pero hoy una
compañera de servicio camina en mi sombraj para
mí, hijo del Cosmopolita errante. Y sé que su¬
perabundancia de movimiento es putrefacción de
donde se levanta un nuevo trigal reanimado.
36. Y escucha todavía esta enseñanza de caridad
que he recibido de mi Compañera Renacimiento:
que la Esposa, Madre virginal de la vida, la eleve
hasta sus rodillas sangrantes del Calvario.
37. Mis hermanos de este tiempo, estos Caínes
que mi Maestro me ordena amar, jamás se han
elevado todavía por encima de nuestra delgada
atmósfera.
38. Cuanto más, afirman con soberbia que, para
quien intentara traspasarla, el sol se le aparecería
no amarillento o rojo, sino azul, eléctricamente y
glacialmente azul, en un espacio fúnebre tacho¬
nado de universos descoloridos.
39. Si así fuera verdaderamente, qué enseñanza
de caridad nos daría este científico sol que, atravesando
nuestra atmósfera humanizada por nuestra
respiración amante y ansiosa, truécase en dulce
ce Suelo de los piadosos laboratorios de antaño.
40. Pues se reviste de calor dorado y cantante,
y, no contento con nutrirnos con pan y con vino,
penetra con rayos perforadores v secretos hasta
el gran corazón de niño de la tierra.
41. Y madura el Oro incorruptible y curativo
de la divina Caridad, el meloso metal, secreción
de las abejas arcangélicas, el oro que jamás logrará
captar, sin la ayuda del Ave y del Pater,
ninguna empresa sintética.

H


El jardín desciende hacia el mar. Jardín pobre,
jardín sin flores, jardín
ciego. Una anciana vestida
de luto lustroso, descolorido, junto con e! recuerdo
y el retrato,
mira esfumarse desde su banco a los navíos del
tiempo. La ortiga, velluda y negra la sed,
vigila en un vacío inmenso de dos horas.
Como desde lo hondo del corazón del más
perdido de los días, el pájaro
de la comarca sorda pía en el matorral ceniciento.
Es la terrible paz de los hombres sin amor. Y yo,
también yo me encuentro allí; porque todo esto
es mi sombra, Y en tanto que ella,
bajo el triste y pesado calor, ha dejado caer otra vez su cabeza
vacía sobre el seno de la luz, yo,
en cuerpo y en espíritu, estoy como la amarra
pronta a romperse. ¿Qué es lo que vibra de este modo en mí?
Pero, ¿qué es lo que vibra de este modo en mí v
se queja, no sé dónde, en mí,
como la maroma de los veleros, aparejados para zarpar,
en romo del cabrestante? Madre
harto prudente, eternidad ~ay~, déjame vivir mi día
no vuelvas a llamarme Lemuel; porque allí, en
una noche de sol,
las perezosas, las islas de la juventud, cantantes v veladas,
llaman desde lejos. El dulce,
grávido murmullo de dolor de las avispas del mediodía
vuela a escasa altura sobre el vino, y hay locura
en la mirada del rocío sobre las colinas, mis queridas,
umbrías. En la oscuridad religiosa las zarzas
cogieron el sueño por sus cabellos de niña. El
agua, amarilla en la sombra.
respira mal bajo el cielo pesado v bajo los nomeolvides.
Otro sufre también, herido en el costado como el rev
del mundo, y de su herida de árbol
mana el más puro aplacador del corazón.
Y hay también el pájaro de cristal que con suave
gorjeo dice: “mli”
en el viejo jazminero sonámbulo de la infancia.
Yo entraré allí levantando dulcemente el arco iris
e iré directamente al árbol donde la esposa eterna
espera en los vapores de la patria. Y en los fuegos
del tiempo aparecerán
los archipiélagos repentinos, las galeras sonoras.
;Paz, paz! ¡Todo esto ya no existe todo esto
ya no es de aquí, Lemuel, hijo mío!
Las voces que tú oyes no vienen va de las cosas.
Aquella que hace mucho tiempo vivió en ti, oscura,
te llama ahora desde el jardín, sobre la montaña.
¡Desde e! reino del otro sol! ¡Y aquí no es más que el sensato
cuadragésimo año, Lemuel!
El tiempo precario y largo.
Un agua cálida y gris.
Un jardín ardido

NIHUMIN


Cuarenta años.
Conozco poco mi vida. Nunca la he visto
iluminarse en los ojos de una criatura engendrada por mí.
He penetrado sin embargo en el secreto de mi
cuerpo, ¡Oh, mi cuerpo!
Todo el alborozo, toda la angustia de las bestias de la soledad
están en ti, espíritu de la tierra, ¡Olí hermano de
la roca y de la ortiga!
Como las mieses y las nubes en el viento,
como la lluvia y las abejas en Ja luz,
durante cuarenta años (¡cuarenta años!) cuerpo
mío, has nutrido
con tu secreto ser el fuego del Movimiento:
y no sobrepujarás jamás el movimiento del universo.
Aunque el sonido de tu nombre, inútil y oscuro.
se pierda con el grito del durmiente en la noche
nada podría separarte de su madre la tierra,
de tu amigo el viento, de tu esposa la luz.
¡Cuerpo mío! Mientras dos corazones separados, extraviados,
Se  busquen en el vaho de las cascadas del alba;
mientras un duodécimo llamado de mediodía
vibre para regocijar
a la bestia sedienta v al hombre hambriento;
mientras la oropéndola
huésped del hontanar recóndito, trastorne su pobre cabeza
para cantar las loas del Padre de las selvas;
mientras una mata
de arándano negro levante sus bayas para hacerles respirar
el aire de este mundo, cuando el agua del sol ya ha caído,
¡oh polvo errante, cuerpo mío, vivirás paraamar y sufrir!
Cuarenta años.
Para aprender a amar la nobleza de la Acción.
iOh Acción!
Cuarenta años, cuarenta años la vanidad de los solitarios
me ha atormentado. Yo pedía sn muerte en mis plegarias.
Ella ha huido de mi corazón, ¡Oh triunfo! —;Oh tristeza. . .
llevándose mi juventud,
mi cruel juventud, la única mujer amada.
¡Pero qué importa si ya, manos mías, la piedra os atrae!
Si el afán de construir, ¡oh manos de venas henchidas,
ya os cautiva, ya os posee!
Cuando el mediodía de los fuertes suene sobre el mar
iremos a saludar a los constructores de muelles.
De pie, al sol y frente al mar,
lentamente mastican su pobre y noble pan,
Sus sagaces miradas van más lejos que las mías.
¡Honor a ti, honor a ti que has nacido en el llanto
como el Amén y que sucumbirás en el
abandono, al pie del templo del amor,
del palacio del orgullo, obra de tus manos!
Muy pronto, quizá mañana mismo, hermano mío,
podré hablarte
cara a cara, sin rubor, como hablan los hombres,
porque yo también construiré la casa
amplia, vigorosa y tranquila como una mujer sentada
en un corro de niños bajo el manzano en flor.
De par en par abriré las ventanas de la gozosa iglesia
a los ángeles del sol y del viento.
Bendeciré allí el pan de la Afirmación
con ese Sí eterno que tiene un sabor
de fuego, de trigo y de agua en la boca de los puros
y cuando la fealdad diga; ¡No!,
y cuando la mujer y la muerte griten; ¡No!,
saludaremos, hermano mío, el espacio ebrio de vida
y el vocablo aprendido de los Héroes,
el Sí universal, ascenderá a nuestros labios.
Cuarenta años
para aprender a hablar sin desprecio de la mujer.
¡Oh Amor!
Cuarenta años os he buscado entre las mujeres,
mas no es entre ellas que os he encontrado.
¡Oh Mujer! jLa piedad de las piedras me sobrecoge!
¡Madre! ¡Madre! Tú has olvidado ya, e ignoras
todavía quién eres.
Tú, ¡blanca yacente entre las flores!, tanto tiempo
has dormido en lo más oscuro, en lo más callado
del bello jardín abandonado.
y hete ahí de pie en este tiempo de fealdad, sonriente,
en medio de esos lujos que han perdido a su dios
y no han hallado a Ja naturaleza,
¡Oh Madre! ¡Madre! Y esa bella espalda inclinada
de portadora de agua fresca,
y ese aire retraído de sirvienta despertada antes de la hora.
;Qué cordura y qué conocimiento, ¡oh mujer!,
en la palma de ms manos!
¡Que no pueda yo contemplarlas sin que se
escape de ollas una paloma!
¡Y sin que tu  santa blancura cautive al cisne!
Cuando el esposo muera, tú lo seguirás, morirás:
no de la tristeza de la carne, sino del júbilo
profundo del espíritu.
Para hablarte y ser comprendido, ¡oh Madre!, es
preciso volverse niño.
Porque, ¿qué puedes tú comprender de este
mundo del Movimiento?,
;oh bella, grave y pura columna del hogar!'
¡Madre! Las fuentes veladas dci Movimiento
están en un sitio oscuro y vedado
cuyo nombre es Valle de la Separación.
Allí los mundos y los corazones suspiran en vano
los unos hacia los otros.
Y todo cuanto alcanzamos es la distancia y la duración
de la Separación.
Quien busca mal nada encuentra en parte alguna.
Quien busca bien no encuentra nada aquí.
Quien halla aquí tropieza en otras partes con las
puertas cerradas.
Porque hay un país donde el ser único está solo
frente a sí mismo.
Allí él se ama,
y se desposa,
V se crea.
Allí se glorifica.
Y el sitio es denominado por tus semejantes;
Lugar de la Conjunción,
de la Femineidad Eterna Y de la
Vida.
Cuarenta años.
Para aprender a buscar la Ciudad. ¡Oh Jerusalén
Tú no eres un desierto de piedras ligadas con cal,
arena y agua,
como las ciudades de los hombres,
sino, en el seno de lo Rea), en el silencio de Ja cabeza,
el mudo planeo del oro interior.
¡Vida mía, mi vida!, yo se que ios seis días del mundo
están aquí para revelarnos lo que se debe conocer
del séptimo, enemigo de todo asombro.
Porque en el desgarramiento de la nube guardiana
suspendida sobre Patmos (el sitio universal
contemplado por los ojos turbados del Amor)
yo  he visto, en un gran viento de influjo, la
elipse del Sabat
incendiarse y dorar mi nacimiento sin grito.
;0h hermano mío!, ¡oh mi cuerpo!, no temas. Yo
conozco la senda,
Penetremos en los profundos vapores do la
iMontaña que alza vuelo v se eleva
con el confiado que la repecha,
hasta la nube larga» hasta el color madre,
el blancor azulado, la anunciación de! oro.
¡El alba apunta tras de nosotros!
Sobre mi frente se levanta
y huye hacia las comarcas que están detrás de
nosotros
el Sol.
Lejos, ante nosotros, está el poniente.
Es ahora cuando el profundo, terrible y bello murmullo
de las laboriosas abejas del país
te enseña la lengua olvidada (de grávidas y
vacilantes sílabas de miel sombría)
de los ahogados libros de Yaser

HABLA EL ESPIRITU DE LA TIERRA


Yo soy el que es. Yo soy el corazón de la Tierra.
Todo lo demás es tontería.
Así como el apuesto ladrón abraza a la ramera apasionada,
así estrecho yo a la cálida Tierra contra mi pecho.
Escucha cómo la tierra, la muchacha de ancho
vientre, se burla de nosotros,
cazadores de fantasmas, juguetes
vacíos de la justicia.
Escucha, escucha lo que sopla la muy amante en
la afelpada oreja:
"¿Qué saben de mi estos castrados? Caro les
hago pagar el goce de mi perfume.
Tú, tú sí que eres mi amante y mi amo! La
injuria sazona tu boca,
tu mano velluda arde sobre mi cabeza.
Yo te daré nobles hijos reales que amarán el oro
misterioso y el vapor de la sangre.
Les daré una frente estrecha como la tuya, ¡oh amor mío!
y manos enormes, v grandes bocas golosas, ¡amor mío!
y sus rostros serán calientes y pálidos como el rayo.
y desde el primer día buscarán su placer en el
dolor de los pequeños."
—Así habla la Tierra a su Señor, a su amante-,
"Daremos a nuestra hija un lecho de escarlata y
sus senos llamarán al caminante
como las fuentes del pueblo, como los
manantiales perennes.
Y nuestra hija será hermosa como la granada
reventada por el peso de su caída.
Y ella dirá con un tierno ceceo:
El amor no podría ser pecado."
Y he aquí que tu sello real se transparentará
sobre su rostro largamente besado
por el fuego que pasa y que olvida,
Será su lengua entonces como cabeza de reptil danzante
y la sombra de las horas de alegría se incrustará
en el cuadrante de su rostro.
Y un día ese rostro será como un vientre.
Entonces la cubrirás con tu mano y le harás hijos."
—Así habla la Tierra a su Señor, a su amante—.
"Los hijos estarán vestidos de hierro, las hijas
brillarán de afeites.
Y resonará el oro sobre las mesas, Y los vientres
se ofrecerán al mejor postor.
El que tenga corazón tierno y se cruce con mi mirada
será como el insecto amedrentado en la grieta de la piedra.
Mirará a su madre y dirá: "Huelo la traición",
porque, ¿no es éste acaso un rostro de vieja que
aúlla a la luna?
Y tendrá sueño y no se atreverá a confiar su
cabeza al pecho de la esposa:
porque el adulterio habrá pasado por allí.
E inútil será que se regocijen. ¡El adulterio crea
sueños de venenos!
Y el hombre llamará a su hija, la virgen, y viendo
su boca, bajará la cabeza."
—Así habla la Tierra a su Señor, a su amante—,
"Y el hombre confiará su heredad a las
cochinillas de las ruinas, a la raíz de la ortiga,
en un lugar que su hermano de ardientes ojos no visita.
Y la mentira estará en todas las bocas, y el deseo
secreto de la muerte en todos los corazones.
El más fuerte y más voraz de nuestros hijos será rey,
y e! más débil y trapacero será sacerdote,
V se darán la mano v reirán solapadamente.
Y sobre la Montaña de la Tentación, una vez por
año, tú soplarás el fuego secreto
sobre el rugido del cráter,
y lo (|ue debe nadar andará como la bestia de los bosques,
V lo que debe reptar volará como el fuego.
Y la mugre de los muros nos revelará el
pensamiento secreto del hombre."
—Así habla la Tierra al Príncipe de los Reinos de la Tierra—.
Por aquí, seguidme. ¡Qué vieja está la noche!
Cuando hayáis partido yo cerrare la puerca.
Quedaré solo... Partid, partid, mis hojas muertas.
Partid en el vendaval de olvido silencioso...
¿Mañana?, os preguntáis. ¡No! ¡Ali vida es la antigua leyenda
dolorosa, cautiva en la torre que da al Norte
y al mar soñoliento
donde no flamearán jamás las velas del Retorno!
En el bastión del sueño, en el bastión de los Años,
habéis debido verme alguna vez, a mí que soy para
mí mismo un extranjero.
No os lamentéis por un día que jamás existió,
No grabéis vuestros nombres en tas gastadas piedras.
Llevaos con vosotros mi amor o mi indiferencia.
Porque nos moriremos como !a sombra, como
las flores, como los dioses.
Odiad mi frialdad o compadeced mi sufrimiento.
¡Oh vosotros todos, adelante! ¡Hacia nuevos adioses!
¡Tened piedad de mí, oh Noche, oh Recuerdo,
Oh Silencio!

ANTE EL AUGUSTO ROSTRO


He aquí la luna, he aquí la tierra,
he aquí el hombre endeble y su gran dolor.
No obstante, a pesar de todas estas cosas que son,
no me atrevo a decir que Tú eres.
¿Quién soy yo para atreverme a decir que Tú eres?
No estoy seguro, no tengo siquiera derecho
a estar seguro más que de una sola cosa:
de mi amor, de mi amor, de mi ciego amor de Ti.
Nada es puro, salvo mi amor de Ti i
nada es grande, salvo mi amor de Ti;
nada es hermoso, salvo mi amor de Ti.
El sueño se ha desvanecido,
la pasión ha huido,
el recuerdo ya no existe.
Sólo ha quedado el amor.
Nada es sincero, salvo mi amor de Ti;
nada es real, salvo mi amor de Ti;
nada es inmortal, salvo mi amor en Ti.
porque yo no soy sino un muerto entre los muertos que amé;
porque yo no soy sino un nombre que llena de
arena la boca de los vivos.
Pero ha quedado el Amor.
¡Ah, la Belleza,
la triste, la pobre Belleza!
Yo quiero alabar a la Belleza
porque de ella nace la Amargura
la amada del Amado,
Tu inmenso amor me quema el corazón,
tu inmenso amor —mi certidumbre única—.
¡Oh lágrimas! ¡Oh hambre de eternidad! ¡Oh
júbilo!

CORO DE LA PROCESIÓN


El sudor de la muerte corre sobre sus ojos.
Camina bajo la Cruz sin ver su último día,
Y, ¿qué hay aquí de bello digno de verse?,
dinos, Hijo del Hombre.
El agua de este país es como el ojo del ciego.
La piedra de este país es como el corazón del Rey.
El árbol de este país es una estaca de tortura
para ti, Amor, hijo del Cielo,
Partió el pan y derramó el vino.
He aquí la carne, he aquí la sangre.
¡Aquel que tenga oídos
que oiga!
Oró y se levantó:
Acostados bajo el olivo estaban sus bienamados.
"¿Duermes, Simón?'\
Gritó, Y se levantó,
Sus hijuelos soñaban bajo el olivo»
Desde ahora dormid, dijo el Hijo del Hombre. Vino con
espadas y linternas
''Maestro, yo te saludo".
Besó el hermano al hermano en la mejilla.
La oreja derecha fue cercenada
y hela aquí curada para que el hombre oiga.
El gallo cantó dos veces:
ya no hay amor, todo ha sido olvidado,
Cantó el gallo en la soledad
de tu corazón. Hijo del Hombre.
La corona está sobre la cabeza,
la caña está en la mano,
el rostro está ciego de escupitajos y de sangre.
¡Salud, Rey de los Judíos!
Las vestiduras han sido repartidas,
los ladrones han muerto.
"Tengo sed'\ grita el corazón de la vida.
Mas la esponja ha vuelto a caer
y el costado ha sido herido,
V todo se ha consumado.
Ahora sabemos que El es el Hijo de Dios vivo y
que está con nosotros hasta el fin
del mundo. Amén

EL RETORNO


Tú, que con tu amor supiste, como en noble tierra,
hacer germinar ]a ternura de la flor y la bondad
la mies es aquel roquedal solitario donde,
agobiados por la Tristeza, durmiéronse mis ojos;
tú que dando un son de humana voz a los laúdes
hiciste que yo amara a la raza del engañoso rostro
y que, sobre los áridos jardines de mi odio,
volcase el rocío ardiente de tu corazón
Con un vibrante llamado de amarga gratitud,
con un grito como el lanza el fin de toda jornada,
es Con lo que ahora, entre lágrimas, saludo,
después de tanto desconsuelo y tanta soledad
el inesperado retorno de aquella que, antes, en
la mansión helada el alma del niño moría de desamparo,
me levanto hasta su regazo de muchacha abandonada
y sopló sobre mi llanto el suspiro de su nombre.
Aquella que, siguiendo los progresos de mi edad,
supo al fin colocar, bajo un nombre entre todos
los nombres respetado,
previamente a una madre de sublime semblante
y luego a la amiga de cabal corazón, cúmulo de estío y noche.
¡Con solamente pronunciar tu nombre, en sueños
vuelve a mí la infancia!
Todos —lo recuerdo— habían maldecido el cielo
bajo el cual nací;
tú, en cambio, meciste en silencio y diste amparo
con tu sombra
al todavía mudo corazón de tu predestinado.
Más tarde te seguí a lo largo de las abatidas playas
hacia los abismos del lodo y de la sangre de las
grandes ciudades.
Tenían mis pasiones el gusto de los frutos silvestres;
mis llantos provocaban el pavor de los hombres coléricos.
Mas cuando yo me hundía en los tembladerales
de la belleza falaz y de la abyección más honda,
entonces tú te erguías y, colmada de asombro,
me mostrabas el camino que conduce a Sión;
el camino que conduce a la ciudad de Amor,
la santa ciudadela
que jamás sucumbió al asalto del impuro,
la Jerusalén de lo Bello, la nueva Jerusalén,
la granja con puertas de cedro abiertas a las
amargas mieses.
Allí el cenagoso río de los sollozos nunca mancilla
las encrucijadas que entrama la tierna humildad,
V el corazón al que la vida mordió con su
herrumbre
jamás es visitado por el azote del Recuerdo.
¡Déjame contemplar tu grave y puro rostro!
porque a pesar de haberse inclinado tantas veces
sobre las tumbas
el dolor dejó en él nada más que una frágil estela,
semejante a la que un cisne negro traza en la serenidad del agua.
Tu alma es el vallado de ondulantes líneas
donde sueñan la serenidad y ternura
de los soles vaporosos, de ¡as tenebrosas vides
y de los quietos jardines donde el estío zumba.
Con odio solamente y con gran desazón —ya en
las aguas nocturnas,
como en las fuentes del día— ella sacifa su sed total.
Pero hela ahí, ahora, perpetuamente levantándose
hacia la esfera donde el amor, sólo el Amor, reclama

ADIOS EN LA NOCHE


¡Dormid; no, partid! Dejadme solo. He ahí la sombra 

Nuestras voces son desmoronamientos de

guijarros en las tumbas.

Un incienso de sueño cubre los lodazales

y yo estoy envejecido en el juego de las horas,

sobre vuestros semblantes.

¡Dormid, partid, morid, vosotros que fuisteis los

efímeros nombres

de un mismo dolor que aún perdura!

Yo he vivido vuestro día y estoy harto de vuestros gestos.

Ya no hay eco en mi corazón para vuestras

afirmaciones, para vuestras negaciones.

Os digo a todos: no lloréis. Dejadme vivir. Adiós.

Al salir del jardín doblaréis por la derecha. Luego

el campanario os guiará.

Tenéis las manos húmedas; lloráis.

¿Por qué? El cielo será azul mañana.


viernes, 10 de julio de 2015

SINFONÍA DE NOVIEMBRE

SINFONÍA DE NOVIEMBRE


Será enteramente como en esta vida.
La misma habitación. —Sí, niña mia, la misma—.
Al amanecer, el pájaro de los tiempos en la enramada
Pálida como una muerta.
Entonces las sirvientas se levantan Y se oye el ruido helado y
hueco de los cubos
En la fuente. ¡Oh, terrible, terrible juventud!
¡Corazón vacio!
Será enteramente como en esta vida.
Habrá
Las voces pobres, las voces de invierno en los viejos
arrabales,
El vidriero con su canción alterna.
La vieja pescadera encorvada, que bajo la toca sucia 10
Vocea los nombres de los pescados,
el hombre del mandil azid
Qué escupe en su mano gastada por las varas de las parihuelas
Y aulla no se sabe qué, como el Ángel del juicio.
Será enteramamente como en esta vida.
La misma mesa.
La Biblia, Goethe, la tinta y su olor de tiempo,
El papel, mujer blanca que lee en el pensamiento.
La pluma, el retrato. ¡Niña mia, niña mía!
¡Será enteramente como en esta vida!
El mismo jardín,
Profundo, profundo, enmarañado, oscuro.
Y hacia el mediodía.
Las gentes se alegrarán de estar reunidas allí,
Gentes que no se han conocido nunca y que no saben
Las unas de las otras más que esto: que será preciso vestirse
Como para una fiesta e ir en la noche de los desaparecidos,
completamente solo, sin amor y sin lámpara.
Será enteramente como en esta vida.
La misma alameda
Y en el mediodía de otoño, a la vuelta de la alameda.
Allí donde el hermoso camino desciende temerosamente,
como la mujer
Que va a recoger las flores de la convalecencia—escucha,
niña mía—
Nos encontramos, como antaño, aquí;
Y has olvidado, tú, el color de entonces de tu vestido;
Pero yo, yo no he conocido más que pocos instantes felices.
Estarás vestida de violeta pálido, ¡hermoso pesar!
Y las flores de tu sombrero serán tristes y pequeñas .
Y no sabré su nombre; porque no conocí en la vida
Más que el nombre de una única flor pequeña y triste, el nome-olvides,
Viejo habitador soñoliento de los barrancos del país del
escondite, flor Huérfana.
¡Sí, sí, corazón profundo, como en esta vida!
Y el sendero obscuro estará allí, enteramente húmedo con
un eco de cascadas.
Y te hablaré De la ciudad sobre el agua y del Rabí de
Bacharach
Y de las noches de Florencia.
Habrá también
El muro ruinoso y bajo donde dormitaba el olor De las
viejas, viejas lluvias y una hierba leprosa.
Fría y jugosa/grasienta, sacudirá allí sus flores huecas