sábado, 11 de julio de 2015

ANTE EL AUGUSTO ROSTRO


He aquí la luna, he aquí la tierra,
he aquí el hombre endeble y su gran dolor.
No obstante, a pesar de todas estas cosas que son,
no me atrevo a decir que Tú eres.
¿Quién soy yo para atreverme a decir que Tú eres?
No estoy seguro, no tengo siquiera derecho
a estar seguro más que de una sola cosa:
de mi amor, de mi amor, de mi ciego amor de Ti.
Nada es puro, salvo mi amor de Ti i
nada es grande, salvo mi amor de Ti;
nada es hermoso, salvo mi amor de Ti.
El sueño se ha desvanecido,
la pasión ha huido,
el recuerdo ya no existe.
Sólo ha quedado el amor.
Nada es sincero, salvo mi amor de Ti;
nada es real, salvo mi amor de Ti;
nada es inmortal, salvo mi amor en Ti.
porque yo no soy sino un muerto entre los muertos que amé;
porque yo no soy sino un nombre que llena de
arena la boca de los vivos.
Pero ha quedado el Amor.
¡Ah, la Belleza,
la triste, la pobre Belleza!
Yo quiero alabar a la Belleza
porque de ella nace la Amargura
la amada del Amado,
Tu inmenso amor me quema el corazón,
tu inmenso amor —mi certidumbre única—.
¡Oh lágrimas! ¡Oh hambre de eternidad! ¡Oh
júbilo!

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