sábado, 11 de julio de 2015

LUMEN


1.  ¿Cómo, hijo mío dichoso, has amado loca y
compasivamente a ima mujer nacida como tú del
barro ansioso y me dices ahora que no entiendes,
en absoluto, mi lenguaje?
2.  Ven, el sacrificio de la noche se enciende por
sobre nuestras cabezas. De mí a ti el antiguo su¬
frimiento se hará comprender por el antiguo sufrimiento.
3. Por detrás de la Nada, objeto del supremo
deseo, este que es menos que nada, siendo a la vez
anterior a la anterioridad del Movimiento; este
que es el más extraño, el más desconocido entre
los objetos exteriores, pero que es también
terriblemente interior;
4. Este golpea la piedra espacio-tiempo caída del
Lugar y arranca de ella grandes llamaradas a fin
de iluminar el rostro de virgen v de madre de
su amor,
5.  Uno de esos hachones, inflamado por el incendio
del universo, el sol juguete de nuestros días,
acaba de alzar vuelo tan lejos en la nada del cielo
que tú ya no lo adviertes. Él bosque y sus pájaros
constituyen una misma nube de sueño.
6.  ¿Que sabemos acaso de aquel que es menos
que la Nada de tu más alto deseo? Esto, hijo mío;
que ha soplado también en el origen de las cosas
—entiende por él tu verdadero nacimiento—,
7.  Una luminaria amante de tu pensamiento, que
es Sangre, ardiente maridaje del fuego y del
agua V sus fluencias, y, por Jo tanto, espacio y
duración.
8. Y una afirmación, que es el fondo de tu vértigo,
clama en ti, desde la eternidad de tu Memoria,
que el sol diurno, (que es no obstante tu pan,
no constituye sino una precaria alegoría.
9.  Y que la última verdad solar está en nosotros,
cargada, como Rafael, de luz inmóvil, esto es,
solamente situada.
10. Cuando desde la planta de los pies hasta la
ondulación de! bozo tu ser entero se estremece
por el sonido: Sí, entonces el lugar fijo del cosmos
emerge de las aguas corrientes del pensamiento»
11. ¡Qué lugar de magnificencia es éste, hijo
mío! El fuego y el agua se ayuntan allí y se
funden en una áurea inmovilidad: entonces todo
se vuelve instantaneidad, total ¡Memoria de los grandes
12. Y alguien grita en nosotros —pero como para
desgarrar el espacio—: ¡Yo! Y ese Yo no es ya
nuestro andrajoso orgullo, sino el Ser primero y
uno, corazón inmóvil de Lumen. Y ese Yo no
sabemos ya si se sumerge en nosotros o si nos
aspira.
13. Entonces las negras glándulas venenosas de
la vida yacíanse en nuestras manos y el bostezo
de la tumba concluye en hilaridad.
14. Echa una ojeada a tu alrededor» hijo mío.
Verás cómo todo es bueno y simple. Pero todo
esto, toda esta materia, no es sino tu propia sangre,
y esa sangre es movimiento; luego, es tiempo
y espacio.
15. Tu corazón es un sol anatómico propulsor
de tu microcosmos sanguíneo, así como los gran¬
Soles son los padres y pastores de los sistemas!
16. Esta es !a razón por la cual mis amados
.\maestros han desposado el fuego con el agua en
el calor orgánico, ligándolos con el dulce anillo
centrado del oro.
17. Y si el cerebro en su tierna charladuría se
ha vuelto Luna hermética, no es solamente por
analogía de color.
i 8. El pensamiento no es sino la hoja desprendida
del árbol de la sensitividad; el cerebro no es
lino el satélite del corazón. No hace sino recibir,
filtrar y restituir la luz afirmativa que le envía
d corazón en su espiritual radiación.
19. Luna y cerebro son receptores y ordenado¬
res de luz. Humanizan lo sobrehumano, volviendo
al dios cegador accesible a nuestros frágiles
20. Los silencios de los antiguos Maestros se ha¬
cen palabra en mi boca. Porque ha sonado la
hora de la Relatividad. Y los instrumentos hurgadores
están en nuestras manos. El día de los
símbolos ya no existe. Todo está cumplido.
21. Las venas de la crucifixión están exhaustas,
la gran obra de expiación está cumplida. En¬
tramos en la segunda inocencia, en el gozo me¬
recido, reconquistado, consciente. La Matemática
es santificada.
22. A la trinidad Materia-Espacio-Tiempo, matriz
de la multiplicidad no situada, la hemos atrapado
por la garganta en la unidad viva del Movimiento.
23. Todo esto, aun lo que escribe en este instante
mi alocada pluma, es todavía reflejo, cerebro,
luna. Pero el momento eterno del Sol de la
Memoria lavado en el Jordán de humildad nos
va a asir, y esa instantaneidad divina nos conducirá
a la celeste Canaán, la única tierra situada*
24. El inmóvil Empíreo de mi padre Dante, la
esfera pura caída otra vez en la unidad original
por la consagración del número Diez.
25. jOh, mi esposa, Renacimiento del gran rostro
de Francia y de Egipto!, toda esta ciencia me
viene de ti, por cuanto me has ejercitado en la
caridad enseñándome la confianza.
26. Imponiéndome la confianza, a mí, despreciador
en un mundo amargo, Oh, amargoí Amargo
a tal extremo que la única ofrenda de dinero
de macho a hembra y de hembra a macho atesta
allí la sinceridad del medio amor y sella con
voluptuosidad y rencor el acto de la terrestre
unión.
27. Liber Paramirum {que tú me has hecho conocer
oh Compañera), Liber Paramirum nos
quema el corazón hablando de la muerte. Cómo
se me aparece pura y clemente esta pausa del cerebro
y del corazón a los ojos de la Turba Magna
nuestra vida, silbido de la hoz contra el sílex.
28. "¡Horrible, atroz vida! Sexo abierto al primer
llegado, como escudilla de pordiosero, y corazón
razón cerrado al pobre, como Realeza en todos
los tiempos. Miel negra de la traición coagulada
en cera espesa sobre un puñado de dardos arrancados
39. "Rostros huyentes, vistos como en un aleteo
inmenso y breve de pabilos de fin de orgía, to¬
talmente desencajados por la ansiedad —tensa a
punto de romperse— de la lujuria adúltera. ¡Oh
casa, no de amor, sino de tránsito!
30. "¡Oh, mi arrogante pasión tanto tiempo aco¬
sada, y traspasada, y desgarrada! ¡Que la unidad
divina, como una cuerda de tortura, ligue final¬
mente estos miembros y órganos extraños que
vo soy!
31. "Príncipe de la Paz! afirmador bañado de
sudor bajo los olivos, yo he buscado, yo he esperado
yo he renunciado. La más pura, !a más
fiel al sonido del oro tiembla como la víbora.
32, "jOh, mar de sierra y desencadenada! Los
toneles en la cala están agostados, mi vida ha
quedado sola y sin agua dulce; he desplegado mi
espíritu como una vela de náufrago, pero la nube
pasa y no recibo el bautismo de la naturaleza.
Y he ahí que una noche de cosmos alterados se
inflama en la hueca desesperanza.
33, "Por lo alto, por lo bajo, por todas partes
hay agitación. El furor del Movimiento nos posee
un reino de la velocidad y de la trepidación
sobre la tierra, y sobre el agua, y por los aires, y
esta cosa que denominan feminismo agitación
dolorosa y estéril de grandes nenúfares amarillos
V blancos, rebeldía contra el esposo, amo de una
ciencia hueca de oración y polígamo por
debilidad nerviosa.
34. "Pulular de las nacionalidades huracán de
guerras conscientes, poesía y arte ritmados por
los motores, estenografía mental. He ahí dónde
me has arrojado, Dios celoso, en un vómito de
furioso mercurio."
35. Tal era, ayer todavía, mí plegaria matutina»
la del mediodía y la de ia noche. Pero hoy una
compañera de servicio camina en mi sombraj para
mí, hijo del Cosmopolita errante. Y sé que su¬
perabundancia de movimiento es putrefacción de
donde se levanta un nuevo trigal reanimado.
36. Y escucha todavía esta enseñanza de caridad
que he recibido de mi Compañera Renacimiento:
que la Esposa, Madre virginal de la vida, la eleve
hasta sus rodillas sangrantes del Calvario.
37. Mis hermanos de este tiempo, estos Caínes
que mi Maestro me ordena amar, jamás se han
elevado todavía por encima de nuestra delgada
atmósfera.
38. Cuanto más, afirman con soberbia que, para
quien intentara traspasarla, el sol se le aparecería
no amarillento o rojo, sino azul, eléctricamente y
glacialmente azul, en un espacio fúnebre tacho¬
nado de universos descoloridos.
39. Si así fuera verdaderamente, qué enseñanza
de caridad nos daría este científico sol que, atravesando
nuestra atmósfera humanizada por nuestra
respiración amante y ansiosa, truécase en dulce
ce Suelo de los piadosos laboratorios de antaño.
40. Pues se reviste de calor dorado y cantante,
y, no contento con nutrirnos con pan y con vino,
penetra con rayos perforadores v secretos hasta
el gran corazón de niño de la tierra.
41. Y madura el Oro incorruptible y curativo
de la divina Caridad, el meloso metal, secreción
de las abejas arcangélicas, el oro que jamás logrará
captar, sin la ayuda del Ave y del Pater,
ninguna empresa sintética.

H


El jardín desciende hacia el mar. Jardín pobre,
jardín sin flores, jardín
ciego. Una anciana vestida
de luto lustroso, descolorido, junto con e! recuerdo
y el retrato,
mira esfumarse desde su banco a los navíos del
tiempo. La ortiga, velluda y negra la sed,
vigila en un vacío inmenso de dos horas.
Como desde lo hondo del corazón del más
perdido de los días, el pájaro
de la comarca sorda pía en el matorral ceniciento.
Es la terrible paz de los hombres sin amor. Y yo,
también yo me encuentro allí; porque todo esto
es mi sombra, Y en tanto que ella,
bajo el triste y pesado calor, ha dejado caer otra vez su cabeza
vacía sobre el seno de la luz, yo,
en cuerpo y en espíritu, estoy como la amarra
pronta a romperse. ¿Qué es lo que vibra de este modo en mí?
Pero, ¿qué es lo que vibra de este modo en mí v
se queja, no sé dónde, en mí,
como la maroma de los veleros, aparejados para zarpar,
en romo del cabrestante? Madre
harto prudente, eternidad ~ay~, déjame vivir mi día
no vuelvas a llamarme Lemuel; porque allí, en
una noche de sol,
las perezosas, las islas de la juventud, cantantes v veladas,
llaman desde lejos. El dulce,
grávido murmullo de dolor de las avispas del mediodía
vuela a escasa altura sobre el vino, y hay locura
en la mirada del rocío sobre las colinas, mis queridas,
umbrías. En la oscuridad religiosa las zarzas
cogieron el sueño por sus cabellos de niña. El
agua, amarilla en la sombra.
respira mal bajo el cielo pesado v bajo los nomeolvides.
Otro sufre también, herido en el costado como el rev
del mundo, y de su herida de árbol
mana el más puro aplacador del corazón.
Y hay también el pájaro de cristal que con suave
gorjeo dice: “mli”
en el viejo jazminero sonámbulo de la infancia.
Yo entraré allí levantando dulcemente el arco iris
e iré directamente al árbol donde la esposa eterna
espera en los vapores de la patria. Y en los fuegos
del tiempo aparecerán
los archipiélagos repentinos, las galeras sonoras.
;Paz, paz! ¡Todo esto ya no existe todo esto
ya no es de aquí, Lemuel, hijo mío!
Las voces que tú oyes no vienen va de las cosas.
Aquella que hace mucho tiempo vivió en ti, oscura,
te llama ahora desde el jardín, sobre la montaña.
¡Desde e! reino del otro sol! ¡Y aquí no es más que el sensato
cuadragésimo año, Lemuel!
El tiempo precario y largo.
Un agua cálida y gris.
Un jardín ardido

NIHUMIN


Cuarenta años.
Conozco poco mi vida. Nunca la he visto
iluminarse en los ojos de una criatura engendrada por mí.
He penetrado sin embargo en el secreto de mi
cuerpo, ¡Oh, mi cuerpo!
Todo el alborozo, toda la angustia de las bestias de la soledad
están en ti, espíritu de la tierra, ¡Olí hermano de
la roca y de la ortiga!
Como las mieses y las nubes en el viento,
como la lluvia y las abejas en Ja luz,
durante cuarenta años (¡cuarenta años!) cuerpo
mío, has nutrido
con tu secreto ser el fuego del Movimiento:
y no sobrepujarás jamás el movimiento del universo.
Aunque el sonido de tu nombre, inútil y oscuro.
se pierda con el grito del durmiente en la noche
nada podría separarte de su madre la tierra,
de tu amigo el viento, de tu esposa la luz.
¡Cuerpo mío! Mientras dos corazones separados, extraviados,
Se  busquen en el vaho de las cascadas del alba;
mientras un duodécimo llamado de mediodía
vibre para regocijar
a la bestia sedienta v al hombre hambriento;
mientras la oropéndola
huésped del hontanar recóndito, trastorne su pobre cabeza
para cantar las loas del Padre de las selvas;
mientras una mata
de arándano negro levante sus bayas para hacerles respirar
el aire de este mundo, cuando el agua del sol ya ha caído,
¡oh polvo errante, cuerpo mío, vivirás paraamar y sufrir!
Cuarenta años.
Para aprender a amar la nobleza de la Acción.
iOh Acción!
Cuarenta años, cuarenta años la vanidad de los solitarios
me ha atormentado. Yo pedía sn muerte en mis plegarias.
Ella ha huido de mi corazón, ¡Oh triunfo! —;Oh tristeza. . .
llevándose mi juventud,
mi cruel juventud, la única mujer amada.
¡Pero qué importa si ya, manos mías, la piedra os atrae!
Si el afán de construir, ¡oh manos de venas henchidas,
ya os cautiva, ya os posee!
Cuando el mediodía de los fuertes suene sobre el mar
iremos a saludar a los constructores de muelles.
De pie, al sol y frente al mar,
lentamente mastican su pobre y noble pan,
Sus sagaces miradas van más lejos que las mías.
¡Honor a ti, honor a ti que has nacido en el llanto
como el Amén y que sucumbirás en el
abandono, al pie del templo del amor,
del palacio del orgullo, obra de tus manos!
Muy pronto, quizá mañana mismo, hermano mío,
podré hablarte
cara a cara, sin rubor, como hablan los hombres,
porque yo también construiré la casa
amplia, vigorosa y tranquila como una mujer sentada
en un corro de niños bajo el manzano en flor.
De par en par abriré las ventanas de la gozosa iglesia
a los ángeles del sol y del viento.
Bendeciré allí el pan de la Afirmación
con ese Sí eterno que tiene un sabor
de fuego, de trigo y de agua en la boca de los puros
y cuando la fealdad diga; ¡No!,
y cuando la mujer y la muerte griten; ¡No!,
saludaremos, hermano mío, el espacio ebrio de vida
y el vocablo aprendido de los Héroes,
el Sí universal, ascenderá a nuestros labios.
Cuarenta años
para aprender a hablar sin desprecio de la mujer.
¡Oh Amor!
Cuarenta años os he buscado entre las mujeres,
mas no es entre ellas que os he encontrado.
¡Oh Mujer! jLa piedad de las piedras me sobrecoge!
¡Madre! ¡Madre! Tú has olvidado ya, e ignoras
todavía quién eres.
Tú, ¡blanca yacente entre las flores!, tanto tiempo
has dormido en lo más oscuro, en lo más callado
del bello jardín abandonado.
y hete ahí de pie en este tiempo de fealdad, sonriente,
en medio de esos lujos que han perdido a su dios
y no han hallado a Ja naturaleza,
¡Oh Madre! ¡Madre! Y esa bella espalda inclinada
de portadora de agua fresca,
y ese aire retraído de sirvienta despertada antes de la hora.
;Qué cordura y qué conocimiento, ¡oh mujer!,
en la palma de ms manos!
¡Que no pueda yo contemplarlas sin que se
escape de ollas una paloma!
¡Y sin que tu  santa blancura cautive al cisne!
Cuando el esposo muera, tú lo seguirás, morirás:
no de la tristeza de la carne, sino del júbilo
profundo del espíritu.
Para hablarte y ser comprendido, ¡oh Madre!, es
preciso volverse niño.
Porque, ¿qué puedes tú comprender de este
mundo del Movimiento?,
;oh bella, grave y pura columna del hogar!'
¡Madre! Las fuentes veladas dci Movimiento
están en un sitio oscuro y vedado
cuyo nombre es Valle de la Separación.
Allí los mundos y los corazones suspiran en vano
los unos hacia los otros.
Y todo cuanto alcanzamos es la distancia y la duración
de la Separación.
Quien busca mal nada encuentra en parte alguna.
Quien busca bien no encuentra nada aquí.
Quien halla aquí tropieza en otras partes con las
puertas cerradas.
Porque hay un país donde el ser único está solo
frente a sí mismo.
Allí él se ama,
y se desposa,
V se crea.
Allí se glorifica.
Y el sitio es denominado por tus semejantes;
Lugar de la Conjunción,
de la Femineidad Eterna Y de la
Vida.
Cuarenta años.
Para aprender a buscar la Ciudad. ¡Oh Jerusalén
Tú no eres un desierto de piedras ligadas con cal,
arena y agua,
como las ciudades de los hombres,
sino, en el seno de lo Rea), en el silencio de Ja cabeza,
el mudo planeo del oro interior.
¡Vida mía, mi vida!, yo se que ios seis días del mundo
están aquí para revelarnos lo que se debe conocer
del séptimo, enemigo de todo asombro.
Porque en el desgarramiento de la nube guardiana
suspendida sobre Patmos (el sitio universal
contemplado por los ojos turbados del Amor)
yo  he visto, en un gran viento de influjo, la
elipse del Sabat
incendiarse y dorar mi nacimiento sin grito.
;0h hermano mío!, ¡oh mi cuerpo!, no temas. Yo
conozco la senda,
Penetremos en los profundos vapores do la
iMontaña que alza vuelo v se eleva
con el confiado que la repecha,
hasta la nube larga» hasta el color madre,
el blancor azulado, la anunciación de! oro.
¡El alba apunta tras de nosotros!
Sobre mi frente se levanta
y huye hacia las comarcas que están detrás de
nosotros
el Sol.
Lejos, ante nosotros, está el poniente.
Es ahora cuando el profundo, terrible y bello murmullo
de las laboriosas abejas del país
te enseña la lengua olvidada (de grávidas y
vacilantes sílabas de miel sombría)
de los ahogados libros de Yaser

HABLA EL ESPIRITU DE LA TIERRA


Yo soy el que es. Yo soy el corazón de la Tierra.
Todo lo demás es tontería.
Así como el apuesto ladrón abraza a la ramera apasionada,
así estrecho yo a la cálida Tierra contra mi pecho.
Escucha cómo la tierra, la muchacha de ancho
vientre, se burla de nosotros,
cazadores de fantasmas, juguetes
vacíos de la justicia.
Escucha, escucha lo que sopla la muy amante en
la afelpada oreja:
"¿Qué saben de mi estos castrados? Caro les
hago pagar el goce de mi perfume.
Tú, tú sí que eres mi amante y mi amo! La
injuria sazona tu boca,
tu mano velluda arde sobre mi cabeza.
Yo te daré nobles hijos reales que amarán el oro
misterioso y el vapor de la sangre.
Les daré una frente estrecha como la tuya, ¡oh amor mío!
y manos enormes, v grandes bocas golosas, ¡amor mío!
y sus rostros serán calientes y pálidos como el rayo.
y desde el primer día buscarán su placer en el
dolor de los pequeños."
—Así habla la Tierra a su Señor, a su amante-,
"Daremos a nuestra hija un lecho de escarlata y
sus senos llamarán al caminante
como las fuentes del pueblo, como los
manantiales perennes.
Y nuestra hija será hermosa como la granada
reventada por el peso de su caída.
Y ella dirá con un tierno ceceo:
El amor no podría ser pecado."
Y he aquí que tu sello real se transparentará
sobre su rostro largamente besado
por el fuego que pasa y que olvida,
Será su lengua entonces como cabeza de reptil danzante
y la sombra de las horas de alegría se incrustará
en el cuadrante de su rostro.
Y un día ese rostro será como un vientre.
Entonces la cubrirás con tu mano y le harás hijos."
—Así habla la Tierra a su Señor, a su amante—.
"Los hijos estarán vestidos de hierro, las hijas
brillarán de afeites.
Y resonará el oro sobre las mesas, Y los vientres
se ofrecerán al mejor postor.
El que tenga corazón tierno y se cruce con mi mirada
será como el insecto amedrentado en la grieta de la piedra.
Mirará a su madre y dirá: "Huelo la traición",
porque, ¿no es éste acaso un rostro de vieja que
aúlla a la luna?
Y tendrá sueño y no se atreverá a confiar su
cabeza al pecho de la esposa:
porque el adulterio habrá pasado por allí.
E inútil será que se regocijen. ¡El adulterio crea
sueños de venenos!
Y el hombre llamará a su hija, la virgen, y viendo
su boca, bajará la cabeza."
—Así habla la Tierra a su Señor, a su amante—,
"Y el hombre confiará su heredad a las
cochinillas de las ruinas, a la raíz de la ortiga,
en un lugar que su hermano de ardientes ojos no visita.
Y la mentira estará en todas las bocas, y el deseo
secreto de la muerte en todos los corazones.
El más fuerte y más voraz de nuestros hijos será rey,
y e! más débil y trapacero será sacerdote,
V se darán la mano v reirán solapadamente.
Y sobre la Montaña de la Tentación, una vez por
año, tú soplarás el fuego secreto
sobre el rugido del cráter,
y lo (|ue debe nadar andará como la bestia de los bosques,
V lo que debe reptar volará como el fuego.
Y la mugre de los muros nos revelará el
pensamiento secreto del hombre."
—Así habla la Tierra al Príncipe de los Reinos de la Tierra—.
Por aquí, seguidme. ¡Qué vieja está la noche!
Cuando hayáis partido yo cerrare la puerca.
Quedaré solo... Partid, partid, mis hojas muertas.
Partid en el vendaval de olvido silencioso...
¿Mañana?, os preguntáis. ¡No! ¡Ali vida es la antigua leyenda
dolorosa, cautiva en la torre que da al Norte
y al mar soñoliento
donde no flamearán jamás las velas del Retorno!
En el bastión del sueño, en el bastión de los Años,
habéis debido verme alguna vez, a mí que soy para
mí mismo un extranjero.
No os lamentéis por un día que jamás existió,
No grabéis vuestros nombres en tas gastadas piedras.
Llevaos con vosotros mi amor o mi indiferencia.
Porque nos moriremos como !a sombra, como
las flores, como los dioses.
Odiad mi frialdad o compadeced mi sufrimiento.
¡Oh vosotros todos, adelante! ¡Hacia nuevos adioses!
¡Tened piedad de mí, oh Noche, oh Recuerdo,
Oh Silencio!

ANTE EL AUGUSTO ROSTRO


He aquí la luna, he aquí la tierra,
he aquí el hombre endeble y su gran dolor.
No obstante, a pesar de todas estas cosas que son,
no me atrevo a decir que Tú eres.
¿Quién soy yo para atreverme a decir que Tú eres?
No estoy seguro, no tengo siquiera derecho
a estar seguro más que de una sola cosa:
de mi amor, de mi amor, de mi ciego amor de Ti.
Nada es puro, salvo mi amor de Ti i
nada es grande, salvo mi amor de Ti;
nada es hermoso, salvo mi amor de Ti.
El sueño se ha desvanecido,
la pasión ha huido,
el recuerdo ya no existe.
Sólo ha quedado el amor.
Nada es sincero, salvo mi amor de Ti;
nada es real, salvo mi amor de Ti;
nada es inmortal, salvo mi amor en Ti.
porque yo no soy sino un muerto entre los muertos que amé;
porque yo no soy sino un nombre que llena de
arena la boca de los vivos.
Pero ha quedado el Amor.
¡Ah, la Belleza,
la triste, la pobre Belleza!
Yo quiero alabar a la Belleza
porque de ella nace la Amargura
la amada del Amado,
Tu inmenso amor me quema el corazón,
tu inmenso amor —mi certidumbre única—.
¡Oh lágrimas! ¡Oh hambre de eternidad! ¡Oh
júbilo!

CORO DE LA PROCESIÓN


El sudor de la muerte corre sobre sus ojos.
Camina bajo la Cruz sin ver su último día,
Y, ¿qué hay aquí de bello digno de verse?,
dinos, Hijo del Hombre.
El agua de este país es como el ojo del ciego.
La piedra de este país es como el corazón del Rey.
El árbol de este país es una estaca de tortura
para ti, Amor, hijo del Cielo,
Partió el pan y derramó el vino.
He aquí la carne, he aquí la sangre.
¡Aquel que tenga oídos
que oiga!
Oró y se levantó:
Acostados bajo el olivo estaban sus bienamados.
"¿Duermes, Simón?'\
Gritó, Y se levantó,
Sus hijuelos soñaban bajo el olivo»
Desde ahora dormid, dijo el Hijo del Hombre. Vino con
espadas y linternas
''Maestro, yo te saludo".
Besó el hermano al hermano en la mejilla.
La oreja derecha fue cercenada
y hela aquí curada para que el hombre oiga.
El gallo cantó dos veces:
ya no hay amor, todo ha sido olvidado,
Cantó el gallo en la soledad
de tu corazón. Hijo del Hombre.
La corona está sobre la cabeza,
la caña está en la mano,
el rostro está ciego de escupitajos y de sangre.
¡Salud, Rey de los Judíos!
Las vestiduras han sido repartidas,
los ladrones han muerto.
"Tengo sed'\ grita el corazón de la vida.
Mas la esponja ha vuelto a caer
y el costado ha sido herido,
V todo se ha consumado.
Ahora sabemos que El es el Hijo de Dios vivo y
que está con nosotros hasta el fin
del mundo. Amén

EL RETORNO


Tú, que con tu amor supiste, como en noble tierra,
hacer germinar ]a ternura de la flor y la bondad
la mies es aquel roquedal solitario donde,
agobiados por la Tristeza, durmiéronse mis ojos;
tú que dando un son de humana voz a los laúdes
hiciste que yo amara a la raza del engañoso rostro
y que, sobre los áridos jardines de mi odio,
volcase el rocío ardiente de tu corazón
Con un vibrante llamado de amarga gratitud,
con un grito como el lanza el fin de toda jornada,
es Con lo que ahora, entre lágrimas, saludo,
después de tanto desconsuelo y tanta soledad
el inesperado retorno de aquella que, antes, en
la mansión helada el alma del niño moría de desamparo,
me levanto hasta su regazo de muchacha abandonada
y sopló sobre mi llanto el suspiro de su nombre.
Aquella que, siguiendo los progresos de mi edad,
supo al fin colocar, bajo un nombre entre todos
los nombres respetado,
previamente a una madre de sublime semblante
y luego a la amiga de cabal corazón, cúmulo de estío y noche.
¡Con solamente pronunciar tu nombre, en sueños
vuelve a mí la infancia!
Todos —lo recuerdo— habían maldecido el cielo
bajo el cual nací;
tú, en cambio, meciste en silencio y diste amparo
con tu sombra
al todavía mudo corazón de tu predestinado.
Más tarde te seguí a lo largo de las abatidas playas
hacia los abismos del lodo y de la sangre de las
grandes ciudades.
Tenían mis pasiones el gusto de los frutos silvestres;
mis llantos provocaban el pavor de los hombres coléricos.
Mas cuando yo me hundía en los tembladerales
de la belleza falaz y de la abyección más honda,
entonces tú te erguías y, colmada de asombro,
me mostrabas el camino que conduce a Sión;
el camino que conduce a la ciudad de Amor,
la santa ciudadela
que jamás sucumbió al asalto del impuro,
la Jerusalén de lo Bello, la nueva Jerusalén,
la granja con puertas de cedro abiertas a las
amargas mieses.
Allí el cenagoso río de los sollozos nunca mancilla
las encrucijadas que entrama la tierna humildad,
V el corazón al que la vida mordió con su
herrumbre
jamás es visitado por el azote del Recuerdo.
¡Déjame contemplar tu grave y puro rostro!
porque a pesar de haberse inclinado tantas veces
sobre las tumbas
el dolor dejó en él nada más que una frágil estela,
semejante a la que un cisne negro traza en la serenidad del agua.
Tu alma es el vallado de ondulantes líneas
donde sueñan la serenidad y ternura
de los soles vaporosos, de ¡as tenebrosas vides
y de los quietos jardines donde el estío zumba.
Con odio solamente y con gran desazón —ya en
las aguas nocturnas,
como en las fuentes del día— ella sacifa su sed total.
Pero hela ahí, ahora, perpetuamente levantándose
hacia la esfera donde el amor, sólo el Amor, reclama

ADIOS EN LA NOCHE


¡Dormid; no, partid! Dejadme solo. He ahí la sombra 

Nuestras voces son desmoronamientos de

guijarros en las tumbas.

Un incienso de sueño cubre los lodazales

y yo estoy envejecido en el juego de las horas,

sobre vuestros semblantes.

¡Dormid, partid, morid, vosotros que fuisteis los

efímeros nombres

de un mismo dolor que aún perdura!

Yo he vivido vuestro día y estoy harto de vuestros gestos.

Ya no hay eco en mi corazón para vuestras

afirmaciones, para vuestras negaciones.

Os digo a todos: no lloréis. Dejadme vivir. Adiós.

Al salir del jardín doblaréis por la derecha. Luego

el campanario os guiará.

Tenéis las manos húmedas; lloráis.

¿Por qué? El cielo será azul mañana.


viernes, 10 de julio de 2015

SINFONÍA DE NOVIEMBRE

SINFONÍA DE NOVIEMBRE


Será enteramente como en esta vida.
La misma habitación. —Sí, niña mia, la misma—.
Al amanecer, el pájaro de los tiempos en la enramada
Pálida como una muerta.
Entonces las sirvientas se levantan Y se oye el ruido helado y
hueco de los cubos
En la fuente. ¡Oh, terrible, terrible juventud!
¡Corazón vacio!
Será enteramente como en esta vida.
Habrá
Las voces pobres, las voces de invierno en los viejos
arrabales,
El vidriero con su canción alterna.
La vieja pescadera encorvada, que bajo la toca sucia 10
Vocea los nombres de los pescados,
el hombre del mandil azid
Qué escupe en su mano gastada por las varas de las parihuelas
Y aulla no se sabe qué, como el Ángel del juicio.
Será enteramamente como en esta vida.
La misma mesa.
La Biblia, Goethe, la tinta y su olor de tiempo,
El papel, mujer blanca que lee en el pensamiento.
La pluma, el retrato. ¡Niña mia, niña mía!
¡Será enteramente como en esta vida!
El mismo jardín,
Profundo, profundo, enmarañado, oscuro.
Y hacia el mediodía.
Las gentes se alegrarán de estar reunidas allí,
Gentes que no se han conocido nunca y que no saben
Las unas de las otras más que esto: que será preciso vestirse
Como para una fiesta e ir en la noche de los desaparecidos,
completamente solo, sin amor y sin lámpara.
Será enteramente como en esta vida.
La misma alameda
Y en el mediodía de otoño, a la vuelta de la alameda.
Allí donde el hermoso camino desciende temerosamente,
como la mujer
Que va a recoger las flores de la convalecencia—escucha,
niña mía—
Nos encontramos, como antaño, aquí;
Y has olvidado, tú, el color de entonces de tu vestido;
Pero yo, yo no he conocido más que pocos instantes felices.
Estarás vestida de violeta pálido, ¡hermoso pesar!
Y las flores de tu sombrero serán tristes y pequeñas .
Y no sabré su nombre; porque no conocí en la vida
Más que el nombre de una única flor pequeña y triste, el nome-olvides,
Viejo habitador soñoliento de los barrancos del país del
escondite, flor Huérfana.
¡Sí, sí, corazón profundo, como en esta vida!
Y el sendero obscuro estará allí, enteramente húmedo con
un eco de cascadas.
Y te hablaré De la ciudad sobre el agua y del Rabí de
Bacharach
Y de las noches de Florencia.
Habrá también
El muro ruinoso y bajo donde dormitaba el olor De las
viejas, viejas lluvias y una hierba leprosa.
Fría y jugosa/grasienta, sacudirá allí sus flores huecas

LA BERLINA DETENIDA EN LA NOCHE


En espera de las llaves
-El las busca, sin duda
Entre los vestidos
de tecla muerta hace treinta añosEscuchad, Señora, escuchad el viejo, el sordo murmurio
Nocturno de la alameda…
Tan pequeña y tan débil, dos veces envuelta en mi capa
Yo te llevaré a través de las zarzas y la ortiga de ruinas
hasta la más alta y negra puerta del castillo
Así el abuelo, antaño volvió
De Vercelli con la muerta
¡Qué casa tan muda y desconfiada y negra para mi niña!
Vos lo sabéis ya, Señora, es una triste historia
Ellos duermen dispersos en loa países lejanos
Hace cien años
Su lugar los espera
En el corazón de la colina
Conmigo su raza se extingue
¡Oh, Dama de estas ruinas!
Vamos a ver a la bella pieza de la infancia: allí,
La profundidad de lo sobrenatural del silencio
Es la voz de los retratos oscura,
Encogido en mi cama, la noche
Yo oía como desde el hueco de una armadura
En el ruido del deshielo detrás del muro
Latir su corazón
¡Para mi niña miedosa, qué patria tan salvaje!
La linterna se apaga, la luna se ha velado
El susto llama a sus hijas en el bosque
En espera de las llaves
Dormid un poco, Señora
Duerme, mi pobre niña, duerme.
Tan pálida, la cabeza sobre mi hombro
Tu verás como la ansiosa selva
Embellece en sus insomnios de junio, ataviada
De flores, oh, niña mía, como la hija preferid
De la reina loca
Envolvéos en mi capa de viaje;
La espesa nieve de otoño funde sobre vuestro rostro
Y tenéis sueño
(En el rayo de la linterna, ella gira, gira con el viento
Como en mis sueños de niño
¡La vieja –sabéis quién digo-, la vieja!)
No, Señora, no oigo más
Es archi-viejo,
Su cabeza está trastornada,
Apostaría que se ha ido a beber.
¡Para mi niña temerosa una casa tan negra!
Perdida en el fondo insondable del país lituano
No, Señora, no oigo nada.
Casa negra, negra,
Cerraduras enmohecidas,
Sarmiento muerto,
Puertas aherrojadas,
Persianas entornadas,
Hojas sobre hojas hace cien años en las alamedas
Todos los servidores han muerto
Yo, yo he perdido la memoria
¡Para una confiada la casa tan negra!
Yo no me recuerdo sino del naranja
Del tatarabuelo y del teatro
Los pollitos del mochuelo comían allí en mi mano,
La luna miraba a través del jazmín.
Era antaño.
Oigo un paso al fondo de la alameda.
Sombra. He aquí Witoldo con las llaves.